La muerte de jaime guzmán

Por Constanza Ojeda Silva

Reapertura del caso:
GUZMÁN EN EL PURGATORIO:
UN MISTERIO CARGADO DE ANÉCDOTAS

EL RELOJ DE LA MUERTE

La mañana del 1 de abril de 1990 Jaime Guzmán no desayunó. Sólo bebió uno que otro sorbo de agua que la nana Violeta, quien también hacía de secretaria, le había dejado sobre la mesa. Estaba entusiasta porque al parecer iba a ser un gran día: el diputadoCarlos Bombai iba a incorporarse de manera oficial a la UDI. Luego de la ceremonia de inicio a Bombai, Guzmán se dirigió al cementerio. Se cumplían cinco años del asesinato de Simón Yébenes, dirigente poblacional del partido. En el momento se escucharon un sinfín de susurros, que al parecer venían de algunos de los políticos que asistieron a la conmemoración. Entre ellos, Cristián Leay, JulioDittborn, Joaquín Lavín y Jaime Orpis, quienes llegaron a la misma hora que Guzmán. Este último todo el tiempo se mantuvo en silencio. Quizás no tenía palabras o simplemente demostró un símbolo de tristeza, ante aquel recuerdo de un difunto ya olvidado ante ojos ciegos. (PERFIL DE GUZMÁN

Cuando ya eran las 4:00 el senador se dirigió a la Facultad de Derecho de la Universidad Católica para dictar suclase de derecho constitucional. La sala se encontraba llena de juveniles dudas y, hasta el término de la sesión, Guzmán se fue resolviendo las interrogantes de una joven que lo acompañó hasta cerrar la puerta. Antes de abandonar el recinto, dejó el libro de clases con un gesto de alivio y se despidió de ambas secretarias. Minutos corrían cuando al bajar las escaleras observó dos siluetas que loanalizaban permanentemente. Notó un cuerpo empapado y ojos negros que al parecer esperaban algo. El sudor se hizo evidente cuando a causa de los nervios prefirió retroceder y no llegar hasta la puerta. “Él sabía que lo iban a matar”, comenta Eugenio Gárate, militante de UDI desde hace más de diez años. “Mucha gente piensa que él tenía premoniciones. Yo no lo sé, pero creo que Jaime siempre supolos riesgos que tenía ser considerado una de las figuras más influyentes de la oposición de aquel tiempo”, comenta Gárate en tono serio y un tanto frío.
Descolocado, Guzmán se dirigió a la sala de profesores. Allí intentó buscar refugio o al menos calmarse. Su colega José Joaquín Ugarte se dirigió a él para felicitarlo. “Te felicito por la entrevista que le diste al Informe Rettig. Sacaste la carapor el gobierno militar”, le dijo dándole una palmada suave en la espalda y un tanto risueño. Guzmán no sabía si era algo bueno o malo tener esa aprobación. Sus familiares constantemente le advertían los peligros que corría; lo tenía presente. Pero recordar esas pupilas casi dilatadas, esos cuerpos casi inertes al lado de la puerta observándole lo hizo sacar su teléfono. “Ana, ¿le puedes pedir aLuis que suba?”, pidió a la secretaria. Estaba afligido.
Su chofer, Luís Fuentes, no tardó en subir las escaleras y dirigirse a la sala. Luego de comentarle el episodio a la salida de la facultad, se subió al auto pensando que tal vez eran estudiantes. Quizás hacían bromas de ese tipo por ser los primeros meses de clases, quién sabe. En el auto, Guzmán se notaba nervioso y observaba todo rostroque por su ventana se asomaba. Distinguió a algunos alumnos suyos y concluyó en que todo era sugestión. Nadie podría atreverse a hacerle algo en su propio habitad.
Cuando el semáforo dio luz roja, ya estaba más relajado. Pensaba en llegar a descansar y quizás comer algo. Segundos antes de que la luz cambiase, Guzmán reconoció por la ventana a uno de los sujetos que había visto en launiversidad. No logró reaccionar cuando observó que se acercaba al auto y no venía solo. Quiso gritar, pero todo fue desvanecido por un disparo en el tórax. Apretándose el abdomen para contener por un segundo la respiración, le dijo a su chofer que quien le disparó era el mismo tipo de bigote que lo esperaba en la facultad.

¿QUIÉN FUE?

Los disparos eran interminables. Julio Escobar Poblete y...