La muerte de Perón en el diario de los Montoneros

La muerte de Perón en el diario de los Montoneros
Gabriela Esquivada

I. Cómo llega la izquierda peronista al 1º de julio de 1974
La imagen permaneció durante horas en los televisores de los hogares argentinos. Inmóvil como el cadáver del presidente Juan Domingo Perón, apenas la alteraba el movimiento natural de la luz que titilaba en las pantallas. Mostraba lo que la mayoría del país noquería ver, no podía dejar de ver. En un óvalo de tules atravesado por la bandera nacional, Perón tenía los ojos cerrados, los labios rectos, las manos –las manos, tenía– con los dedos entrecruzados. Vestía traje militar, llevaba la banda presidencial, le colgaba un rosario. El 1º de julio de 1974, tras dos paros cardíacos, había sido declarado muerto a las 13.15 del mediodía. Era ya el día siguientey una multitud de cuatrocientas mil personas pugnaba por entrar al Salón Azul del Congreso Nacional a despedir al presidente que dejaba la suma del poder político en manos de su viuda, María Estela Martínez de Perón, más conocida como Isabel Perón. La televisión mostraba la interminable fila bajo la lluvia, las avalanchas y los desmayos, los que lograban llegar al pie del ataúd. Entre ellos,cuenta Joseph Page, algunas figuras de la izquierda peronista: “Mario Firmenich y otros dirigentes montoneros pasaron frente al féretro y saludaron al querido viejo con la V de la victoria”1.
La relación entre Perón y la juventud revolucionaria de su movimiento atravesaba el peor momento desde el regreso del exiliado político de dieciocho años. El 1º de mayo, Día del Trabajador, durante el esperadoencuentro con su líder en la Plaza de Mayo, los montoneros lo había escuchado decir: “A través de estos veinte años las organizaciones sindicales se han mantenido inconmovibles, y hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más méritos que los que lucharon durante veinte años”; “Esta reunión, en esta plaza, como en los buenos tiempos, debe afirmar la decisión absoluta para que en el futurocada uno ocupe el lugar que le corresponde en la lucha que, si los malvados no cejan, hemos de iniciar”; “Será también para la liberación, no solamente del colonialismo que viene azotando a la república a través de tantos años, sino también de estos infiltrados que trabajan adentro, y que traidoramente son más peligrosos que los que trabajan desde afuera, sin contar que la mayoría de ellos sonmercenarios al servicio del dinero extranjero”. A continuación, las columnas de la Tendencia Revolucionaria –como se conocía al conjunto de organizaciones de base de la izquierda peronista– se retiraron, dejando vacía la mitad de la plaza.
Dice Page que, “cuando la situación lo exigía, Juan Perón había utilizado a sus jóvenes simpatizantes como fuerzas de choque. Las ‘formaciones especiales’ ayudaron adesestabilizar los regímenes que eran hostiles al conductor y ayudaron a preparar los caminos para su retorno triunfal. Sus vagas promesas, disfrazadas en expresiones tales como ‘socialismo ncional’ y ‘trasvasamiento generacional’ no habían sido más que una táctica calculada”2. No obstante, muchos jóvenes peronistas habían depositado su fe en la figura que, conviene recordar, también a otrossectores políticos les parecía la única capaz de pacificar el país y encauzar la política nacional hacia algún destino viable. Quizá por eso, a pesar de los hechos del 1º de mayo, cinco días más tarde los montoneros anunciaron que mantendrían su lealtad a Perón. “El teniente general no se iba a poder librar de ellos tan fácilmente”, comentó Page. “En un discurso pronunciado el 13 de mayo, atacó el‘infantilismo revolucionario de los muchachos’ y los acusó de tratar de provocar una guerra civil que costaría un millón de vidas argentinas”3.
A ese grado de tensión habría que sumar otros ataques de Perón a los sectores progresistas de su movimiento: la forzada renuncia del gobernador bonaerense Oscar Bidegain tras el ataque del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) al cuartel de Azul y su...