La Muerte
La muerte está ahí. Siempre presente. Por mucho que nuestra cultura nos hagavivir la ilusión del ser siempre jóvenes, fuertes y guapos. Por mucho que nos empeñemos en cuidar la salud a base de una buena alimentación, de hacer deporte y de seguir todos los consejos que losmédicos puedan imaginar.
Todo es por agarrarnos a la vida. A esta vida, que nos parece que es lo único que tenemos. Aunque notemos que, como la arena de la playa, se nos escapa de entre los dedos dela mano sin que podamos hacer nada ni sepamos a ciencia cierta cuánta arena nos queda entre los dedos. Recuerdo ahora el chiste del sacerdote que atiende a un moribundo con palabras de consuelo:“Mira, hijo, tienes que tener confianza porque vas a ir a la casa del Padre.” Y el moribundo le responde: “Dirá usted lo que quiera, pero como en la casa de uno en ningún sitio.” Es un chiste pero reflejamuy bien ese apego a la vida que todos tenemos. No podía ser de otra manera porque es el mayor don que tenemos y los creyentes estamos convencidos de que es un regalo que hemos recibido de Dios.
En Cuaresma, tiempo de encuentro con nuestra realidad más honda, no podía faltar un momento de hacer presente ante nuestros ojos la muerte y, por tanto, la vida. Y, como creyentes, poner esasrealidades en relación con Dios, en presencia de Dios.
A eso nos invita el relato evangélico de este domingo. La resurrección de Lázaro nos pone de golpe frente a la muerte y vemos a Jesús...
Regístrate para leer el documento completo.