La muerte

PRESENCIA DE LA MUERTE EN LA CULTURA CUBANA

Joel James Figarola

Una indagación sobre la presencia de la muerte en la cultura cubana conduce, según presumo y propongo, a un reconocimiento de los límites dentro de los cuales esta cultura ha tomado factualidad eidética formulándose de manera expresiva en un sistema de frecuencias que le otorgacorporeidad, además, como supuesto previo, como antecedente condicionante, como magnitud de predeterminación.
La cultura cubana es, entre otras muchas cosas, una definición de la cubanía, el enunciado de nuestras específicas diferencias; y en esta perspectiva de voluntad y acción de alcanzar y de proceso inmanente e involuntario, interiorizado en sus propias determinaciones fundacionales yfuncionales, se suceden los límites que circunstancialmente la definen y que en cada caso tienen que ser obligadamente sobrepasado para que la cultura pueda continuar siendo, en efecto, cultura. La pertinencia de la categoría límite dentro del análisis de la interrelación entre los conceptos de muerte y cultura en el caso cubano --y aún aventuró que en cualquier otro caso también-- reside en elimperativo de que toda cultura detenida es una cultura muerta; o al menos en serios riesgos de morir.
Esta afirmación que es en sí misma un límite, nos lleva de la mano a descubrir que la única manera que tienen las culturas de morir es por involución, pero también nos conduce a un terreno de mucho más difícil acceso, cual es el relativo a la certidumbre de que la trayectoria de ruptura de límitesocasionales no es, en esencia, otra cosa que secuencias de actos de muerte y actos de resurrección en la cual cada singularidad de límites es, al mismo tiempo, plenitud final, fallecimiento y punto de origen o alumbramiento.
Es oportuno señalar que ninguna cultura cabalmente denominable como nacional --y en nuestro caso lo es sin lugar a dudas-- o al menos fuertemente enraizada en la sociedad poratributos de la tradicionalidad, puede ser destruida por enemigos o factores externos cualesquiera sean estos y cualquiera que sea su fuerza, virulencia o beligerencia. Una cultura puede ser perseguida, encarcelada, partida mecánicamente en pedazos, torturada de las maneras más horribles que el peor sistema inquisitorial haya podido imaginar, pero no podrá ser destruida hasta que los factores suyos,inmanentes, las razones causales de su emergencia y de su movimiento no se vuelvan contra ella misma dejándola de sostener y alimentar sino, por el contrario, corroyéndola y desintegrándola; y estos tumores malignos sólo suceden cuando la cultura se inmoviliza, que equivale a decir cuando deja de reformularse una y otra vez; cuando deja de crear límites --es decir zonas de peligro de muerte-- ydeje de vencer esos límites para ulteriormente originar otros.
Claro que hay "agonía y dolor", como diría José Martí, en esa repetitiva e ilimitada organizacín de momentos de llegadas y de partidas; de llegadas en las que no se puede permanecer y de partidas condenadas a resultar, más tarde o más temprano, nuevas peligrosas y precarias llegadas por encumbradas que puedan ser, por iluminadas quepuedan aparecer y por virtuosas que puedan significar. Claro está que hay también todo un contenido de condena, de mandato trágico en término clásico, en esta obligatoriedad de aproximarse a la muerte para resurgir nuevamente a la vida en un ciclo indecifrable, aun cuando sobradamente conocido fácticamente, y que en última instancia equipara la dimensión óntica de la cultura con el resto de lasmagnitudes cósmicas que constituyen el equilibrio universal, primera y última razón de los esfuerzos de conocimiento a través de la ciencia, a través de las artes y, no creo pueden existir dudas en afirmarlo, a través de los sistemas o formulaciones religiosas de uno u otro cuño.
Vistas así las cosas la capacidad generadora y de engendramiento de la cultura cubana, puede ser ponderada en su...