La muñeca macabra

La Muñeca Macabra
Dicen que, cuando los niños traviesos están en silencio por mucho tiempo, es porque algo muy malo están haciendo, y eso fue lo que le hizo reaccionar a Axel cuando pensó en su hija, Mía.
No se le escuchaba correr ni gritar por los pasillos vacíos y silenciosos de la casa nueva.
-¡Mía! ¿Qué estás haciendo? – Preguntó.
En las casa sonó un eco que reboto en todas lashabitaciones, pero ella, no respondió. Axel estaba desempacando adornos frágiles de Maia y poniéndolos sobre el estante que le regaló su madre por su boda, pero al no ver a su hija por ningún lado, dejó de desempacar y buscó a Mía con la mirada. No vio a nadie.
-¡Maia! - Llamó a su esposa que estaba en el segundo piso - ¿Mía está contigo?-
Ella bajó las escaleras apresurada, el sonido de sus pies seescuchaban en eco.
-¿Mía? - Dijo Maia – Yo pensé que estaba contigo.
Ahora que me lo dices, no la he escuchado desde que comenzamos a ordenar.- Maia giró la cabeza y dirigió su mirada hacia afuera, sobre las tablas de madera, había unas hojas de otoño sobre la alfombra en la puerta de la casa, pero Mía no estaba ahí.
Hacía dos días que se habían mudado y la alfombra era el lugar donde Mía habíaelegido jugar al té con sus peluches.
– Mi amor ¿estás ahí? – Preguntó Maia.
Maia camino hasta ahí, pero no vio a Mía. El patio era grande, entre la puerta y las rejas había un césped donde florecían tristemente unas florecitas de color rojo oscuro, cinco árboles medianos y un gran sauce triste que le daban a la casa un toque melancólico y relajado. En el sauce, colgaba una hamaca hecha concuerdas sucias y una madera gruesa, Mía se había subido varias veces, pero su mamá no la vio balaceándose sobre la hamaca, solo vio una hamaca sola y quieta como si Mía se hubiera balanceado sobre la hamaca y ese recuerdo se hubiera quedado quieto.
-¿No la ves cariño?- dijo Axel desde adentro.
-No, no está aquí. ¡Mía!- Gritó Maia, nuevamente.
En eso, mientras el llamado a la niña se iba perdiendoentre las ramas de los árboles, Axel llegó a escuchar un murmullo que venía desde una de las habitaciones. Dio una vuelta y se dirigió hacia ahí, cuando Maia lo vio, lo siguió.
-¿Mía?- Dijo viendo la puerta media abierta- ¿A caso no te dije que no vayas a esa habitación?- Dijo Axel.
_ ¡Guarda silencio papá, te va a escuchar!- exclamó Mía, un segundo antes de que su papá se asomara por lapuerta.
Aunque Mía les había desobedecido, ella parecía estar muy bien. Estaba sentada en los pies de la cama sobre el piso polvoriento, frente a ella, había un cuadrado de terciopelo color negro y sobre esto estaba sentada una macabra y vieja muñeca.
-Niña, ¿Qué estás haciendo? ¿No escuchas que te estamos llamando?
- Te dijimos que no entres aquí, estas cosas son de la antigua dueña de la casa.-Dijo Axel.
Axel entró a la habitación con Maia que recién llegó a la habitación, era la segunda vez que entraban y ya pensaban en botar todos esos muebles de la señora Amadine Sánchez, quién, diez años atrás se había suicidado en esa habitación, pero nadie sabía por qué se había matado.
-Lo siento, es que estoy jugando con mi nueva amiga, Maddie.- Dijo Mía.
Sus padres vieron a la muñeca conmala impresión, la muñeca estaba sentada sobre el terciopelo. Maia se acercó y tomó a la muñeca entre sus brazos.
-Oh Mía ¿De dónde la sacaste?- Preguntó Maia, levantando la muñeca hacia ella. Era macabro el aspecto que tenía el juguete.
-La encontré en esa caja.- Dijo Mía, señalando el baúl abierto en la esquina de la habitación.
-Lo abrí y ahí estaba Maddie, sonriendo alegremente de haberencontrado a alguien con quien jugar. Ella me ha contado muchas cosas y ahora yo soy su mejor amiga.-Dijo Mía.
-¿Contado? ¿La muñeca habla?-Preguntó su madre, Maia.
-No lo creo-agregó Axel-Mírala, tiene más de cincuenta años.-
La muñeca, Maddie, estaba bien cuidada pero su apariencia la hacía ver descuidada. Hace años que habían dibujado la cara de la cabeza dura, pintada a mano sus ojos,...