la niña que perdi en el circo
El espacio amado, por excelencia, es el espacio de la niñez. Esa niñez, esa inocencia no ha sido perdida para siempre. Se puede evocarla, por medio de lo que se podría llamar un enfrentamiento entre lo grande y lo pequeño: la mujer adulta y la niña. De esta confrontación dialéctica entre el presente yel pasado, podrá surgir, tal vez, la salvación de ese momento epifánico que es la infancia. Es de esto, justamente, de lo que se trata la obra de Raquel Saguier "La niña que perdí en el circo". Aquí se plantea -en un espacio no geométrico, sino de la imaginación- el encuentro de dos tiempos y dos espacios distintos, para lograr la síntesis de la personalidad total: la de la "mujer niña", la deleterno femenino. Ahora bien, esta búsqueda del "tiempo perdido" es en realidad un "regreso" como el de Ulises tratando de volver a su amada Ithaca. Este regreso al hogar, al paraíso perdido de la niñez, es el periplo que ha de recorrer toda persona exiliada en la "pedestre realidad del mundo de los adultos". El viaje de retorno no es fácil; muchos peligros acechan al navegante del mar de la memoria.La "realidad" está siempre al acecho, con sus trampas tendidas por la necesidad y la razón. Sin embargo, la autora ha sorteado -gracias a su don poético- todos los obstáculos, para arribar finalmente, a la playa añorada: donde una niña juega con castillos de arena. Ella misma nos lo dice en unos de los momentos más logrados de la novela: "Regreso desde otro tiempo donde no hay muerte ni hay edadni existe la ausencia. Donde sigue siendo verano"
La autora de este libro no ha perdido la inocencia primera -la inocencia "de la niña que fue al circo"- porque ha sido capaz de recuperar para nosotros la visión "arcádica", la visión mítica por excelencia, de aquel lugar donde "su mirada de juguete" contempló, por primera vez, el sufrimiento y la muerte; el amor y la angustia de laespera. Matar la infancia -con el pretexto de madurar definitivamente- es mutilar la personalidad, es un error en el que, afortunadamente, no caen los artistas y los escritores. Gracias a ello tenemos este texto de Raquel Saguier, quien se ha negado a renunciar a ese "espacio de felicidad".
II
Hace poco descubrí ente los avisos del diario uno que decía así: se vende piano deconcierto procedencia alemana, tratar en tal dirección. Y como soy una concertista frustrada y se puede decir que ando con el piano a cuestas, de inmediato me interesó la oferta. Puse en marcha el motor del auto y sin pensar dos veces, partí rumbo a la dirección indicada.
En cuanto lo vi, supe que era el mismo piano, el de la casa de mis abuelos paternos. Abrí la tapa negra, algo desgastada ya porel tiempo que le había pasado encima, y ante el desconcierto de la dueña, largo rato me quedé mirando las teclas, como si al verlas repasara los rincones de un lugar adonde había ido todos los días, durante una vida de casi completa felicidad. Mis largas esperas y la tía Etelvina hicieron lo posible para que fuera casi y no del todo la felicidad de entonces.
Rara mujer aquella tía Etelvina. Lasolía ver sin que me viera ella, flaca y a punto de hacerse vieja, dándole agua a las planteras de helechos que se recostaban contra los pilares. Siempre cubierta de telas negras que la cerraban hasta el cuello, como si aquel luto permanente le aumentara la desgracia de haberse quedado soltera. O tal vez por eso mismo lo llevaría, en señal de riguroso duelo por el cuerpo que se le iba ajando,...
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