La noche de varennes

La Asamblea Constituyente y la huida del rey (1791)
La contrarrevolución
La construcción institucional de la Asamblea se resquebrajaba ya desde 1791 bajo el peso de las contradicciones. La aristocracia se encerraba en su obstinada negativa de no dar paso a ninguna concesión. El recurso al extranjero se hizo patente y el miedo a la invasión crecía en la mentalidad popular. Poco apoco el problema nacional pasaba a primer plano, contribuyendo a que se agravasen las tensiones sociales en el seno del antiguo Tercer Estado y arruinando el frágil equilibrio de la burguesía.
A partir del verano de 1790 parecía que la política seguida por La Fayette había fracasado. La reconciliación de la aristocracia y la burguesía era imposible. La búsqueda de un compromiso político entrelos dos grupos tenía algo de quimera, desde el momento en que no habían sido destruidos los últimos vestigios del feudalismo.
Mientras hubo la esperanza de que sus intereses se mantuvieran con el retorno a una monarquía absoluta o a un régimen de tipo aristocrático, la nobleza se resistía al triunfo de la burguesía, al triunfo de las formas capitalistas de producción que afectaban susintereses. Más adelante el compromiso sería posible. Y la crisis económica volvía a impulsar los movimientos populares.
La contrarrevolución conjugaba los esfuerzos de los emigrados, de los aristócratas y de los refractarios. La agitación de los emigrados se precisó en las fronteras del país. Los principales centros de emigración estaban en Renania, Italia, y en Inglaterra. Intrigaban paraprovocar contra la Revolución una intervención extranjera.
La agitación aristocrática aumentó en el país. Los aristócratas desacreditaban el asignado[1], esforzándose por obstaculizar la venta de los bienes nacionales. Las tentativas armadas se multiplicaron.
La agitación refractaria dio un nuevo impulso a la oposición contrarrevolucionaria. Uniendo su causa a la de los nobles, losrefractarios se hicieron activos. En 1790 había sido promulgada la Constitución civil del Clero (151) y la Asamblea exigió de todos los sacerdotes el juramento de fidelidad a la Constitución[2] del reino, a la que estaba incorporada la Constitución civil del Clero.[3] Sólo siete obispos juraron. Los curas se dividieron en los juramentados y los refractarios. Hacia 1791, el Papa condenó los principios dela Revolución y de la Constitución Civil; el cisma se había consumado.
El país se dividió. Muchos no querían arriesgar su salvación, abandonando a los buenos sacerdotes, es decir, los refractarios lanzaron a una parte de la población a la oposición revolucionaria. Los desordenes aumentaban. La asamblea autorizó, hacia 1791, el ejercicio del culto refractario y los juramentados oconstitucionales se encolerizaron. Se desató una guerra religiosa.
La lucha religiosa no sólo reforzó al partido aristocrático, sino que también produjo la formación de un partido anticlerical. Los jacobinos, para sostener al clero juramentado, atacaron con vehemencia al catolicismo romano, denunciando la superstición y el fanatismo. Se lanzó la idea de un culto patriótico y cívico.
Laagitación social volvió a producirse en la primavera de 1791, debido a las perturbaciones agrarias. Los obreros parisinos también se agitaban. El paro no disminuía; las industrias de lujo declinaban. La vida encarecía; ciertos tipos de oficios, tipógrafos, herradores, carpinteros, se organizaron para reclamar un salario mínimo. Las sociedades fraternales y los periódicos demócratas mantenían la causa delos obreros, denunciando el “nuevo feudalismo”[4] de los empresarios y negociantes, que favorecían la libertad económica.
La Asamblea Constituyente endureció su política. La burguesía se asustaba tanto del progreso del movimiento popular como de los manejos contrarrevolucionarios de la aristocracia. Luego de la muerte de Mirabeau, quien estaba al servicio de la Corte y aconsejó al rey la...