La noticia
Ese día tuve un sueño: esperaba a mi novio para salir a cenar pero nunca llegaba. Cuando desperté, el sol de una mañana fría se filtraba entre las ranuras de la persiana, que levanté para observar el hermoso paisaje de la calle vacía desde mi habitación en el primer piso. Nótese la ironía de lo hermoso que podía resultar el paisaje, pues trasaños de vivir en la misma casa sobre la calle Tucumán, a una cuadra de Callao, la pasmosa monotonía de ciudad infestaba hasta el último rincón de la rutina de cualquier ser humano, incluyéndome. Este pensamiento me hizo suspirar y decidí retornar mi vista al interior del cuarto, donde múltiples eslabones de mi cadena rutinaria aguardaban silenciosamente ser ejecutados antes de salir de la casa.Me vestí, fui al baño a cepillarme los dientes y, cuando estuve segura de haberlo hecho bien, me permití ir a la cocina. Iba a ser un día largo, por lo que encendí la cafetera eléctrica y tomé una taza de la alacena. Mientras esperaba que el café estuviera listo, me dirigí hacia la puerta de entrada para, sin prestar demasiada atención, levantar el diario del piso y luego arrojarlo a la mesa de lacocina donde aún aguardaba la taza vacía. Nótese también este déficit de atención hacia el diario, que más adelante explicará una de las razones por las cuales, en su momento, conté con menos tiempo del deseado para razonar adecuadamente y actuar con mayor precisión.
El café se demoraba y sentía algo de hambre, decidiendo preparar unas tostadas que coloqué sobre la mesa, donde seguramentepermanecían la taza y el diario. Pero cuando abrí la heladera no encontré ninguna conserva válida para untar, por lo que salí a la calle para proveerme en algún supermercado que pudiese estar abierto a esa hora. Apenas el aire del exterior envolvió progresivamente mi piel, algo en el oscuro ambiente que ahora me rodeaba se me hacía extraño y perturbador. Caminé un par de cuadras acompañada de estasensación, que poco a poco se confirmaba con detalles casi imperceptibles como una persona con la vista clavada en el suelo, un puesto de flores sin nadie en su interior, la vacuidad misma de la vereda. Tuve que recorrer durante bastante tiempo este extravagante panorama hasta encontrar un mercado abierto, pequeño, donde una mujer gorda que apenas miré atendía un mostrador desierto. Fui directo alstand de mermeladas, sin pensarlo demasiado escogí una y tomando de pasada una manteca de uno de los refrigeradores, pagué a la señora que parecía decirme algo. Salí velozmente del mercado y me sobresalté al cruzarme con un hombre alto, de aspecto indigente con un ojo ciego. Perdón dijo mientras yo lo esquivaba, simulando no haberlo visto.
Volvía a casa esperando encontrar en el camino más de estoseventos que sustentaban mi incomprensible presentimiento, pero no solo no hallé nada, sino que tampoco encontré a nadie circulando por la ciudad, ni siquiera un auto. Tuve el inexplicable impulso de correr de vuelta al mercado, aunque fuese para verlo abierto y encontrar nuevamente al sujeto del ojo. Pero estaba realmente cansada de caminar, y poniendo mi mente en un blanco interrumpido porborrosas interferencias grises, seguí mi trayecto a casa con un paso inusualmente acelerado. Grave error. Cuando crucé nuevamente la puerta, esta vez en sentido inverso, la cerré con una fuerza que me invadió de un alivio exacerbado. Respiré hondamente y quise deshacerme de todo vestigio de la asfixiante pero absolutamente incierta conmoción que me abatía hacía instantes. Cuando creí haberlo logrado,basándome principalmente en lo incierto de la situación, pude retomar mi marcha hacia la cocina donde tendría que haber empezado a desayunar tiempo atrás. El café volvía a estar frío.
Encendí nuevamente la cafetera y creyendo estar por fin tranquila y, no veía por qué no, a salvo, comencé a untar relajadamente la manteca y mermelada recién adquiridas sobre las tostadas que permanecían donde las...
Regístrate para leer el documento completo.