La novela cristera

Literatura cristera: rescoldo de las letras de la revolución






La guerra cristera fue el último movimiento armado que cimbró al país después de la revolución mexicana y fue, de alguna manera, producto de ésta. Tuvo su inicio con la rebelión del episcopado mexicano contra la puesta en marcha del artículo 130 de la Constitución de 1917 que refrenaban el marco jurídico de la iglesiadentro del país y que tuvo como primer llamado de combate las declaraciones del arzobispo de México, José Mora y del Río, en el que afirmaba al diario El Universal que el clero mexicano no haría caso de la imposición de la Constitución. Este artículo, conocido también como la Ley Calles, ordenaba el cierre de las escuelas digeridas y dirigidas por la iglesia, la expulsión de sacerdotes extranjeros, ladisminución de la plantilla eclesiástica a un sacerdote por cada seis mil habitantes. La iglesia mexicana, con el apoyo del Vaticano, declaró la guerra. Días antes de la entrada en vigor de la Ley Calles, no era extraño ver a cientos de feligreses afuera de las iglesias buscando bautizos, bodas, primeras comuniones y actos de fe. El 1 de agosto de 1926 las iglesias del país amanecieron desiertas.Capillas, iglesias, catedrales habían cerrado sus puertas. Rápidamente se armó un brazo político de la iglesia que se llamó La Liga, cuyo primer acto de fuerza fue la petición de una reforma constitucional, petición firmada por más de dos millones de mexicanos y que no llegaría a buen fin. Como contramedida, El Vaticano permitió que las homilías se ejecutaran en casas y que los sacerdotes notuvieran que estar vestidos con sotana para ejercer misa. El país se había quedado sin aquellos hombres que eran los únicos interlocutores con la consciencia. El país, lejos del liberalismos constitucional, volvía a vivir el fantasma de Juárez por sus tierras.

No se dilató mucho para que los hombres del centro del país, eminentemente católico, se levantaran en armas dirigidos por curas y rancherosque, con el apoyo de La Liga, se lanzaron contra el ejército federal que tuvo en hombres como los generales Saturnino Cedillo y Lázaro Cárdenas a sus hombres más valiosos. Los pertrechos eran comprados y financiados por la iglesia y por los católicos ricos y fusiles y municiones hacían un lento viaje de hormiga por las sierras y las cañadas de los altos de Jalisco, Guanajuato, Durango yAguascalientes hasta llegar a los nidos donde miles de cristeros los esperaban para lanzarse al combate al grito de ¡Viva Cristo Rey! Según cálculos moderados, eran más de veinte mil los hombres cristeros en combate que, a la usanza de los revolucionarios, combatían con la familia y los hijos pegados a la cadera, escabulléndose entre las cañadas tras los combates, peleando con los animales por la comida ycercados por el ejército federal. Los nombres de estos batallones eran Escuadrón del Sagrado Corazón, El Batallón de la Santísima Trinidad, El Regimiento de Nuestra Señora de Guadalupe, y los Dragones de Cristo Rey. Al año de iniciado el combate, que tuvo batallas importantes como el asalto a Manzanillo o la batalla de Tepatitlán, donde murió uno de los generales más queridos del ejército cristero,el cura José Reyes Vega, se intentó poner fin a la revuelta con pocos resultados. El motivo de la ruptura de las negociaciones había sido un hecho que pasaría a la historia de los crímenes políticos de la nación: el asesinato de Álvaro Obregón en el restaurante La Bombilla, a manos del católico José de León Toral. Esto empantanó la guerra, que finalmente llegó a su fin cuando el embajador deEstados Unidos Dwight W. Morrow intercedió entre el gobierno federal y La Liga para lograr el fin de los combates tres años después de iniciados, en 1929. Al final el gobierno federal no cambió los artículos de la Constitución y todo animadversión entre el clero y el gobierno terminaría cuando Ávila Camacho declaró que él era creyente. No pasarían más 60 años para demostrar la sana relación entre el...