la odisea encarnada
Tres golpes seguidos y uno más distanciado suenan en la puerta corredera del salón de actos. La puerta se abre, un muchacho alto, con gafas de pasta y el pelo revuelto se asoma al exterior.
- ¿Sí, que querías? – Pregunta elmuchacho
- ¡Quiero ver a mi hermano Thomas! – Dice una chica menuda y enfadada
La chica menuda y enfadada se hace hueco entre el cuerpo desgarbado del muchacho y la entrada del salón. Al fondo de la sala, un chico bajo y rechoncho da órdenes a unos y otros; el trabajo es frenético y excitante, como una relación sexual improvisada.
- ¡Thomas! ¡Tengo que hablar contigo! –Dice en voz alta la chica enfadada
Thomas Rumter no quiere escuchar a su hermana, mejor dicho, la escucha pero no hace caso, como un niño que le pillan infraganti cometiendo una travesura, y adolece de inocencia para evitar el castigo. Olga Rumter se acerca a su hermano hasta casi tocarlo.
- ¿Qué pasa hermano, no tienes un momento para hablar conmigo?
- ¡Olga,ahora estoy muy ocupado! ¡En otro momento! ¿Vale?
La muchacha, busca su mueca de enfado más efectiva, inclina su cuerpo hacia delante y sujeta el tronco con las manos apoyadas sobre la cadera. Debe de surgir efecto, porque enseguida, su hermano la agarra de un brazo y la lleva a un rincón apartado.
- ¡Mira que eres cabezota! ¿Qué pretendes, ponerme en evidenciadelante de mis colegas y arruinar mi reputación? – Dice Thomas molesto
- ¡Que reputación y que tonterías! En cuanto a tus colegas, solo son unos cuantos taraos que como tú, se creen que son el ombligo del mundo, si fueras más a menudo por casa a lo mejor no tenía que venir a este sitio a hablar contigo. ¡Mamá está muy preocupada, y papá no se quita de la cabeza que tarde otemprano te meterás en algún lío.
- ¿Por qué siempre tenéis que meteros en mis cosas? ¡Dejadme en paz!
- Nos metemos en tus cosas porque eres de la familia y nos importas, no estás bien, haces cosas extravagantes, parece que quieres llamar la atención constantemente
- ¡Vale, está noche pasaré por casa!
- ¡Sí, ven! Tenemos mucho interés en hablar contigo.Thomas lanza un ¡Uff!, Mientras su hermana sale por la puerta del salón de actos.
- ¡Vaya mierda! - Piensa Thomas, esta noche tendré que ir a ver a mis padres, con las pocas ganas que tengo de verlos, ya me podían haber tocado otros padres, pero ni siquiera para eso tengo suerte. No sé qué me van a preguntar, pero conociendo a la loca de mi hermana me puedoesperar cualquier cosa. ¿Qué les voy a decir, que reniego de ellos, de su origen y costumbres, que soy un Lomi? Seguramente mi madre rompa a llorar, es lo único que sabe hacer bien, llorar. Mi padre se quedará callado, pasara sus gruesos dedos por la barbilla, y no dirá nada, como siempre.
Los trabajos en el salón de actos no tienen descanso, decenas de pancartas secanlas letras doradas recién pintadas sobre el fondo azul cobalto. Las consignas han sido aprobadas por consenso, aunque Thomas Rumter ha elegido cada una de ellas. A las siete en punto, el conserje del edificio avisa que en diez minutos cerrará las puertas. Una voz llama a los muchachos del salón de actos, estos deshacen los corrillos que forman aquí y allá, y se colocanen grupo alrededor de Thomas.
- ¡Habéis hecho un gran trabajo! ¡Os felicito!
Bocas abiertas llenas de sonrisas y pequeños aplausos interrumpen por unos segundos las palabras del orador. El orador calla, deja que las muestras de entusiasmo y satisfacción rodeen su cuerpo, toquen su piel con una sensación liviana y burbujeante, como un escalofrío repentino que...
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