La ola jose saez
Gansel escenifica aquel suceso en un grupo de adolescentes de un instituto de la Alemania actual. El profesor encargado de un seminario sobre autocracia es, en esta ocasión, el que pregunta a sus alumnos si consideran posible el retorno de una dictadura totalitaria y, frente a la seguridad con que los jovencitos responden que no,les propone el osado experimento. Iniciado éste, el docente va reproduciendo en sus clases todos los elementos que fueron capaces de conducir a la gente normal a mirar hacia otro lado, e incluso participar en muchos casos, ante los horrores del III Reich. Los alumnos, inicialmente escépticos y reticentes, con inusitada rapidez y casi sin darse cuenta, los van asumiendo con absoluta inconsciencia yentusiasmo. Muy pronto son ellos mismos quienes inventan nuevos pasos a seguir, superando las previsiones del profesor.
El docente propone su experimento como un juego y convoca la elección democrática de un líder. Tras un interesante tanteo de candidatos, es el profesor quien resulta elegido. Los pasos sucesivos son de máximo interés, no pierdan detalle. Una vez “en el poder legítimo”, elprofesor cambia su actitud jocosa por un papel autoritario e impone medidas disciplinarias: Silencio, postura quieta y erguida en la silla, pedir permiso y ponerse en pie para hablar… Con la simple explicación de que todo eso es bueno para el organismo, acalla las protestas. Usando la misma bondadosa excusa exige comenzar las clases haciendo un ejercicio: Marcar el paso al estilo militar,añadiendo el astuto argumento de que, con el estruendo del pateo simultáneo, molestan a “los de abajo”. No es casualidad que “los de abajo” sean otro grupo que sigue un seminario sobre anarquía. Los alumnos, divertidos y entregados al jueguecito, sorprenden al profesor tomando la iniciativa de ponerse en pie y cuadrarse cuando entra en clase.
La experiencia que pone en práctica el profesor trata,sobre todo, de demostrar la potencia intrínseca e irracional de un grupo rígidamente adoctrinado, disciplinado, organizado y cohesionado. El líder electo, convertido ya en dictador populista, propone la necesidad de escoger un nombre que identifique al grupo. Los alumnos hacen propuestas y él va anotando las ideas en la pizarra. Todas menos la de una alumna que, desde el principio, muestra señalesde “disidencia”. A esta inteligente y librepensadora jovencita, ni caso. Al final, queda fijado un nombre: “La Ola”. El docente propone el uso de un “uniforme” que los distinga -tan sólo camisa blanca y vaqueros- y designa a un alumno poco aceptado, pero que sabe dibujar, para que diseñe el logo grupal. Creo que es éste mismo muchacho quien inventa un saludo propio del grupo, un movimiento debrazo, parodia de gesto militar, que enseguida es acogido y utilizado.
Con toda esta parafernalia simbólica, el profesor-dictador consigue que se sientan un nosotros en oposición a los otros. Cuando, en una situación de acoso, se defienden entre ellos, todos, especialmente los más débiles, saborean una sensación de seguridad que desconocían. Las reticencias iniciales desaparecen. Los...
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