la oración

La Oración
P. PEDRO JOSÉ DE LA CLORIVIERE, S.J.

Obra útil para todos los cristianos, y sobre todo para aquellos
que por su profesión están obligados a tender a la perfección.

Versión castellana de un socio de la "Buena Prensa".

"Dómine, doce nos orare".
"Señor, enséñanos a orar".
(Lc 11, 1)

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PREFACIO
No hay cosa que se nos recomiende más frecuentemente y con mayorinstancia
que el ejercicio de la oración. Todos los libros santos nos apremian a ella. El
mismo Jesucristo en su Evangelio, san Pablo y los demás apóstoles en sus
epístolas, nos exhortan a la oración continua. Los Santos Padres con voz
unánime la elogian, no se cansan cuando hablan de la necesidad, de la
sublimidad y de las ventajas de la oración.
La razón y la fe, de común acuerdo, usan elmismo lenguaje; hacen
comprender al hombre, claramente, que para él, el deber más justo, el más
honroso, el que le proporciona más ventajas, el indispensable, consiste en dirigir
en todo tiempo su homenaje de gratitud a aquel que le ha dado el ser, de quien
recibe a cada instante una multitud inmensa de beneficios de todas clases;
servirse de todas las potencias de su alma, de todas susfacultades y sobre todo de
la palabra, para alabar y bendecir al soberano Señor de quien esencialmente
procede y depende, y ante quien todos los demás seres desaparecen; aprovechar
este sublime privilegio que la majestad divina otorga al hombre de poder
conversar con él, de solicitar en sus apremiantes necesidades la asistencia del
único que puede remediarlas y hacerlo feliz. El hombre que no ve, queno siente
esta verdad, es seguramente un ser desprovisto de razón.
Esto que la fe, la razón y la autoridad nos enseñan, lo que la naturaleza misma
nos manifiesta de la oración, lo prueba constantemente la experiencia de todos
los hombres, de todos los tiempos y de todos los países. Un hombre de oración es
un hombre perfecto. Que abandone la oración e inmediatamente dejará de ser lo
que era;lleva en sí mismo el sello de la reprobación. En todos los tiempos, en
todos los países, el ejercicio frecuente de la oración ha multiplicado los santos,
manteniendo el buen orden y logrando la felicidad de los pueblos. Las casas
religiosas, las órdenes enteras, no se han conservado en su primitivo fervor, sino
tanto cuanto se ha conservado en ellas el espíritu de oración.
Cuán cierto es queel ejercicio de la oración es el deber esencial, indispensable
del cristiano. De allí nace la necesidad de instruirse sobre esta gran obligación y
sobre la manera de practicarla.
Pero, ¿no hay bastante instrucción sobre esta materia? Sin duda; el número de
libros que tratan de la oración es casi infinito. No hay libro de piedad que no
hable de la oración; ningún orador cristiano que en elcurso de sus predicaciones
no instruya a menudo a los fieles sobre este deber tan importante; pero, ¿qué
sucede? Las instrucciones sobre la oración están mezcladas con otras, están
ahogadas en volúmenes que pocas personas pueden tener en las manos, que muy
pocas tienen tiempo de leer; varias de estas instrucciones son científicas y
dogmáticas, muy por encima del alcance de la mayoría; otras, enmayor número,
son superficiales y demasiado vagas para poder fijar el espíritu y conmover los
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corazones. En cuanto a los sermones, cuando se refieren a la oración, no pueden
hacerlo de una manera detallada y conveniente para todo el mundo. Por otra
parte, el lenguaje de la cátedra es demasiado elevado para el pueblo sencillo, y la
impresión que hace sobre el espíritu un discursopasajero, ordinariamente dura
poco.
Estas razones, unidas a la opinión de algunas personas prudentes, me han
hecho publicar esta obra. No es propiamente un tratado sobre la oración; un
tratado expone algo científico, con citas de todas clases. Esto no hubiera sido
difícil; pero habría engrosado el volumen, lo cual me parecía inútil en una
materia que, para el común de los fieles, no está sujeta a...