la otra costilla de la muerte
Seis meses (Con el salario mínimo)
POR TEXTO Y FOTOS: ANDRÉS FELIPE SOLANO
Sotho le propuso al escritor Andrés Felipe Solano que dejara a un lado toda su rutina, que abandonara lo que venía escribiendo y que se fuera muy lejos de Bogotá, la ciudad donde vive y donde tiene todas las comodidades, para que asumiera el ejercicio periodístico de vivir durante seis mesescon el salario mínimo.
Aceptó, se fue para Medellín sin familia ni amigos, alquiló una habitación y trabajó en una empresa de confección como un empleado más. Crónica que recoge la realidad de miles de colombianos que deben subsistir con 484.500 pesos mensuales.
Capítulo I
1Al partir en este viaje, mis votos son los de un monje: pobreza y castidad. He decidido vivir seis meses enMedellín con el salario mínimo y no sé cuál será mi casa, si tendré amigos, si un día me acostaré con una mujer. Mis únicas certezas son un número de teléfono y un puesto como bodeguero, que he conseguido a través de un conocido en una empresa de confección infantil llamada Tutto Colore. Repito el nombre en voz alta y con un falso acento italiano: Tu-tto Co-lo-re, una ironía si pienso en lamonocromática vida que me espera como operario de una fábrica. Además de mi ropa, en la maleta llevo varios tubos de crema dental y pastillas de jabón, tres desodorantes y dos cepillos de dientes. Es la única trampa que voy a hacer. Los artículos de aseo son lo más costoso de la canasta familiar: en ellos me he gastado unos setenta mil pesos, casi una sexta parte de lo que voy a ganar al mes. En labilletera tengo un calendario de bolsillo para tachar los días en que viviré como un honesto impostor: serán seis meses de ser lo que no soy y de saber lo que puedo llegar a ser.
Ya llevo un día en Medellín. Sentado en un bar del centro de la ciudad, recorro los clasificados del diario El Colombiano para buscar una pieza donde dormir. He encerrado en un círculo unas cuantas habitaciones en lugaresque reconozco por libros y guías que leí antes de venir aquí. El clima primaveral que anuncian los folletos es mentira: un termómetro en la pared marca 32 grados, pero estoy contento de no tener que llevar puesta una chaqueta. Podrá sonar ingenuo, pero elegí Medellín porque creo que pasar necesidades en un clima más amable será menos complicado. Siempre he querido vivir en Buenos Aires y quizásahora mi sueño por fin se cumpla: hay algunas pensiones para hombres solteros situadas en el barrio que lleva por nombre la capital de Argentina. Elijo otro par en Aranjuez y Manrique, unos barrios obreros fundados en la primera mitad del siglo pasado, esa etapa de esplendor de la industria textil. Es como si tirara los dados sobre el periódico.
No sé qué resultará de mi elección. Pero eldinero manda y mi criterio es simple: ganaré 484.500 pesos, incluido el subsidio de transporte, así que según mis cuentas no puedo gastar más de 150.000 por mes en el arriendo. El resto de mi sueldo lo destinaré para los buses y la comida. ¿Me sobrará dinero? ¿Unos 120.000 pesos para darme gustos los fines de semana? Algún helado, las cervezas, una película, una discoteca, la vida. El lujo de ser unsoltero sin hijos que gana el sueldo mínimo y no tiene la obligación de enviarle dinero a su madre.
No sobran posibilidades para elegir un cuarto barato en Medellín. Estuve muy cerca de mudarme a una habitación de siete metros cuadrados y paredes descascaradas en el barrio Manrique Central. Tenía una cocineta a medio terminar y un baño sin cortina. El antiguo inquilino se había llevado losbombillos, pero en retribución dejó una revista pornográfica y una olla ahumada. Al frente del cuarto, en un patio interior, quedaba un lavadero de cemento donde los habitantes de la pensión, hombres solos, refregaban su ropa sucia y la colgaban en un alambre retorcido. Sobre el patio daba sombra un bonito samán, muy viejo, a juzgar por las enredaderas que lo cubrían. El árbol fue lo único que no...
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