La otra historia
Especialmente, el autor hace un continuoesfuerzo de rescate, machacón y muy poco crítico de dos de los conservadores: Francisco Maximiliano de Habsburgo, segundo emperador de México y del general Miguel Miramón, quien llegó a la presidencia de la breve república conservadora a la tierna edad de 27 años y se distinguió como invicto jefe del ejército en aquella guerra.
Armando Fuentes Aguirre, el autor, consigue demostrar, repasandocorrespondencia y documentos diversos que Maximiliano era un hombre bien intencionado y, además, demuestra que tenía una ideología liberal incluso mas acendrada que la de Benito Juárez aunada a “mayor respeto a los principios democráticos y a las leyes” que la que tenía este.
Miramón, después de leer “La otra historia…”, queda retratado como un gran patriota, honesto, congruente, incólume,integérrimo y opuesto a toda intervención extranjera en los asuntos de México. Fuentes A. demuestra incluso que era un caballero respetuoso de sus enemigos y, además, un amoroso y tierno esposo y padre.
Todo ello está tan sólida y abundantemente respaldado (al final de esta escueta revisión colocaré algunas comprobaciones que hice en la maravillosa biblioteca de Internet) que, si no se tiene conocimientosobre el motivo esencial de la sangrienta y radical escisión entre los mexicanos de aquel tiempo, Maximiliano, Miramón y sus correligionarios tendrían, de acuerdo al autor, que quedar colocados como “los buenos” de la historia y Benito Juárez, con algunos otros republicanos (señaladamente Melchor Ocampo), habrían de ocupar el rol de “malos” y traidores a la patria.
El autor nunca es tajante y alo largo de todo el libro tiende a neutralizar cualquier juicio explícita y radicalmente condenatorio de Juárez, pero su selección de actos juaristas inevitablemente llevarían a un lector neutral a considerar al presidente indio como un absoluto traidor entregado totalmente a los intereses gringos, dispuesto incluso a sacrificar territorio y soberanía nacionales a cambio de mantenerse,mezquinamente, en el poder.
Efectivamente, es indiscutible que Juárez buscó y obtuvo el apoyo económico y militar de los norteamericanos y que firmó el infamante Tratado McLane-Ocampo que comprometía gravemente la soberanía e integridad del territorio nacional. Fuentes Aguirre menciona ese tratado y otras múltiples manifestaciones de sometimiento de Juárez a los norteamericanos a lo largo de toda laobra.
Resulta creíble que se trate de una mezquina traición a la patria cuando apenas un decenio atrás, los gringos nos habían expoliado el 55% del territorio y todavía aspiraban a mas (particularmente Sonora y Baja California).
Es cierta también la afirmación del autor de que los gringos intentaron negociar aquel tratado con los presidentes Ignacio Comonfort y Félix Zuloaga, conservadores,diseñadores de la Revolución de Tacubaya dirigida a abrogar la Constitución liberal de 1,857, y que ellos se negaron rotundamente por lo que reconocieron y apoyaron al gobierno de Juárez.
Leyendo “La otra historia…” Juárez resulta indefendible. Además el autor tiene razón al afirmar que incluso Justo Sierra, su principal panegirista, criticó la firma de dicho tratado. Tiene razón también al señalarque los cultivadores de la historia oficial, herederos de Juárez, escamotearon la publicación de información sobre esa actitud “entreguista” de Benito, considerada como “la mácula” –la mancha- del prócer.
Evidentemente Juárez y sus mas cercanos colaboradores tenían algún interés que consideraron mayor al de ceder soberanía a los gringos. Para Fuentes Aguirre ese interés no puede ser otro,...
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