La palabra y la pantalla
En una de esas nos clavamos con la zaga de "Los Tres Mosqueteros", repartiéndonos los papeles principales, imaginando tramas paralelas, esperandoimpacientes a que los cuatro libros fueron rolando por todos para ir compartiendo impresiones, platicando los avances con una copa de Casillero del Diablo imaginando que era D´Anjou, sin poder ponernos de acuerdo quién de nuestras conocidas era la terrible Milady, disfrutando en suma de la experiencia. De por sí, en mi caso, "Los Tres Mosqueteros" fue el primer libro en forma que leí a mis onceaños, y a la fecha lo debo haber leído un mínimo de 15 veces. Pero bueno, eso se los platico en otro momento.
El fervor mosqueteresco nos llevó a rastrear libros que hablaran de los libros que leíamos, y llegamos, inevitablemente, a "El Club Dumas", de Arturo Pérez-Reverte (no estaba desvariando, voy al tema que da título a esta entrada). Entendimos que no éramos los únicos apasionados con la obradel francés, y nos trasladamos al reino de la ficción donde se podía incluso matar a alguien por un manuscrito de Dumas, aderezado el asunto con la infaltable mujer fatal, un hombre atormentado, un toque de experiencias paranormales y demás ingredientes que mezcla sabiamente Pérez-Reverte en sus obras, tan entretenidas. Después, ya en solitario, le seguí la pista al autor con "El Maestro deEsgrima", "La Piel del Tambor", "El Pintor de Batallas", y la zaga del "Capitán Alatriste".
Desde el principio he disfrutado la obra de Pérez-Reverte, y desde el principio me percaté de que me gusta por lo que son sus principales debilidades: El fondo en el que transcurren las historias siempre es un entorno exótico teñido de romanticismo, como muy dirigido hacia el pequeño burgués primermundista quemira al sur con la nostalgia que tenía Gauguin a su regreso de Tahíti. Como parte de ese cuadro, existe siempre una mujer, La Mujer arquetípica, libre, atormentada, que toma sus decisiones con frialdad hasta que la vence el corazón, o que las tomaba con el corazón hasta que la venció la frialdad de la vida. No falta tampoco el hombre atormentado, con un pasado duro, que lo ha convertido en unfilósofo de la sencillez, o un hombre de vida simple que pasa por una experiencia que lo hace ver la vida con el desencanto de la inocencia perdida. Súmele e eso el ritmo de la acción detenida de cuando en cuando con miradas retrospectivas que explican el presente, y tenemos todos lo ingredientes de la obra de Pérez-Reverte. Eso lo intuía, pero no tenía -como creo que tengo ahora-, los elementos para...
Regístrate para leer el documento completo.