la parabola
Jesús, por el contrario, apela a Dios que sigue amorosamente al pecador mismo y aguarda su conversión. El ambiente de la parábola (cf. Mt. 13, 24A) es veterotestamentario (cf.Mc6,34): «Viva mi alma y a ti alabe, y vengan tus decretos en mi ayuda. Como oveja perdida, voy errante; búscalo tú a tu siervo para que nunca olvide tus mandatos» (Sal 119, 175-176).
El desierto (cf. Mt4, 1B) lo mismo es zona de peligro que lugar para tratar con Dios. La iniciativa decisiva viene de Dios: «Y les daré un corazón (inteligencia) para que reconozcan que yo soy el Señor, y ellos serán mipueblo, y yo seré su Dios; pues se convertirán a mi de todo corazón» (Jer 24, 7).
«He aquí el Señor Dios que viene ... Como un pastor, apacentará su rebaño, recogerá con su brazo los corderillos,los tomará en su seno, y conducirá él mismo las ovejas recién paridas» (Is 440, 9-11)
Todos los amigos toman parte en la alegría (recalca Lucas, cf. Jn 15,11). Os digo: A Dios le pasa como a nosotros,si cabe hablar de él tan a lo humano, se sigue hablando, en el fondo, parabólicamente: Nosotros nos alegramos por los amigos deque estamos seguros, cuanto más por la vuelta del que dábamos porperdido. «Pero si el impío se apartare (cf. Mt 3,8) de todos sus pecados que ha cometido, y observare todos mis preceptos, y obrare según derecho y justicia , tendrá vida ciertamente, y no morirá. De todascuantas maldades haya él cometido, yo no me acordaré más: él hallará vida en la virtud que ha practicado. ¿Acaso quiero yo la muerte del impío, dice el Señor Dios, y no, antes bien, que se convierta...
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