La paradoja
LA PARADOJA
Hunter, James
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La paradoja. Un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo
James C. Hunter
Prólogo........................................................................................................3 CAPÍTULO UNO Las definiciones..............................................................7 CAPÍTULO DOS El paradigma antiguo..........................................19 CAPÍTULO TRES El modelo ...............................................................29 CAPÍTULO CUATRO El verbo ............................................................36 CAPÍTULO CINCO El entorno............................................................49 CAPÍTULO SEIS Laelección..............................................................56 CAPÍTULO SIETE Los resultados.....................................................64 Epílogo ......................................................................................................69
ÍNDICE
2
La paradoja. Un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo
James C. Hunter
Prólogo
Las ideas que defiendo no son mías. Las toméprestadas de Sócrates, se las birlé a Chesterfield, se l s robé a Jesús. Y si no os a gustan sus ideas, ¿las de quién hubierais preferido utilizar? DALE CARNEGIE
La decisión de ir fue mía; no se puede culpar a nadie más. Cuando me paro a reconsiderarlo, me resulta casi imposible pensar que yo, el atareado director de una importante instalación industrial, dejara la fábrica abandonada a su suertepara pasar una semana en un monasterio al norte de Michigan. Sí, así como suena: un monasterio. Un monasterio completo, con sus monjes, sus cinco servicios religiosos diarios, sus cánticos, sus liturgias, su comunión y sus alojamientos comunes; no faltaba detalle. Quiero que quede claro que me resistí como gato panza arriba. Pero, finalmente, la decisión de ir fue mía. «Simeón» es un nombre queme ha perseguido desde que nací. Me bautizaron en la parroquia luterana de mi barrio y, en la partida de bautismo, podía leerse que los versículos escogidos para la ceremonia eran del capítulo segundo del Evangelio de Lucas y hablaban de un tal Simeón. Según Lucas, Simeón era un «hombre justo y piadoso y el Espíritu Santo estaba sobre él». Al parecer había tenido una inspiración sobre la llegadainminente del Mesías; aquello era un lío que nunca llegué a entender. Ése fue mi primer encuentro con Simeón, pero desde luego no había de ser el último. Me confirmaron en la iglesia luterana al concluir el octavo grado. El pastor había escogido un versículo para cada uno de nosotros y, cuando me llegó el turno en la ceremonia, leyó en voz alta el mismo pasaje de Lucas sobre el personaje de Simeón.Recuerdo que en aquel momento pensé: «Qué coincidencia más curiosa...». Poco tiempo después —y durante los veinticinco años siguientes—, empecé a tener un sueño recurrente, que acabó causándome terror. En el sueño, es ya muy entrada la noche, yo estoy absolutamente perdido en un cementerio y corro para salvar mi vida. Aunque no puedo ver lo que me persigue, sé que es maligno, algo que quierehacerme mucho daño. De repente, de detrás de un gran crucifijo de cemento sale frente a mí un hombre que lleva un hábito negro con capucha. Cuando me estampo contra él, este hombre viejísimo me coge por los hombros y, mirándome atentamente a los ojos, me grita: «¡Encuentra a Simeón, encuentra a Simeón y escúchale!». Llegado a ese punto del sueño me despertaba siemp re bañado en sudor frío. La guindafue que el día de mi boda, el sacerdote, en su breve homilía, se refirió al mismo personaje bíblico: Simeón. Me quedé tan estupefacto que me hice un lío al decir los votos y pasé bastante mal rato. Nunca estuve muy seguro de si todas aquellas «coincidencias con Simeón» tendrían algún sentido, de si significarían algo. Rachael, mi mujer, siempre ha estado convencida de que sí. A finales de los...
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