la parcela
III (Fragmento)
Era la habitación de Gonzalo una sala de altos muros enjalbegados al estilo campestre, con vigas fuertes y rectas, y en el fondo, dosventanas con vista a la contigua sierra. En un rincón la cama de madera, cubierta con pabellón de ligeras cortinas, para evitar el ataque de los mosquitos; a un lado un piano vertical; al otroun estante de libros; en medio, una mesa de carpeta verde con recado de escribir y periódicos; y por los rincones, lucida colección de armas, rifles de Remington, escopetas de casa y espadasen vainas de cuero. Junto al lecho, clavado en el muro, un hermoso crucifijo guatemalteco de atrevida estructura, violáceo y acardenalado el cuerpo, contraídos y salientes los músculos,desgarradas las espaldas, medio velado el desfallecido rostro por la profusa y desordenada cabellera y bien hincadas en la frente las agudas espinas de la corona tinta en sangre bendita.
Sobre elburó, y aprisionado en elegante marco de peluche azul, el retrato fotográfico de una joven hermosa.
Todo clamaba en aquella estancia juventud e ilusiones.
Hallábase Gonzalo en la época felizen que se sueñan mundos de dicha; en que se ve alegre y risueña la luz, llena de encantos la existencia, buena la humanidad y fácil de conquistar la gloria; y en el que el corazón emocionadopalpita como parche guerrero que bate marcha triunfal. 2
En el prólogo de la edición de Editorial Porrúa, Antonio Castro Leal explica: “La lectura de La parcela nos deja la impresión, muyjusta, de que el autor ha sabido sacar del asunto escogido las mayores ventajas. La historia está sobria y hábilmente narrada, renunciando a desarrollos inútiles, a consideraciones socialessobre la vida del campo en México —que hubieran sido tan fáciles— y logrando una rapidez y una limpieza de dibujo que hacen de ella una de las novelas más perfectas de nuestra literatura”.
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