La pata de mono
Los tres están muy atentos escuchando al sargento con mucho interés. El sargento se llevó involuntariamente un vaso vacío a los labios y lo volvió a poner sobre la mesa. Su anfitrión volvió a llenar el vaso. Para quela vean, dijo el sargento mayor moviéndose el bolsillo, es simplemente una patita seca. Se sacó algo del bolsillo y se los mostró. La Sra. White se echó hacia atrás haciendo una mueca, pero su hijo agarró la pata y la inspeccionó con curiosidad.
— ¿Y qué tiene esto de especial? —preguntó el Sr. White mientras la tomaba de las manos de su hijo; la examinó y la puso sobre la mesa.
—Estáhechizada por un faquir, Él quería demostrar que todos tienen un destino en la vida, y que los que interfieran con él, lo lamentarán. Hechizó la pata para concederles deseos a tres hombres. Tres deseos a cada uno. La narración era impactante y los oyentes se dieron cuenta de que sus risitas sorprendían un poco al sargento.
El Sr. White le pregunta por qué guarda la pata, si los tres deseos ya se leconcedieron.
El soldado responde que ha pensado en venderla, pero tiene miedo de las diabluras que la pata podría causar. De repente arroja la pata al fuego. El Sr. White la arrebata del fuego y le pide a su amigo que le dé la pata. El sargento mayor se rehúsa y le dice al Sr. White que queme la pata. El Sr. White pregunta cómo se pide un deseo. El soldado le dice que sostenga la pata con la manoderecha y que pida el deseo en voz alta. La Sra. White bromea sobre desear tener cuatro manos.
Muy preocupado, el soldado les dice que pidan algo razonable. Después de la cena, los White escuchan más historias del sargento mayor. Cuando se va el sargento, el Sr. White le dice a su familia que le pagó a su amigo para poder quedarse con la pata. El sargento le había pedido otra vez que la tirara.Herbert bromea con sus padres sobre hacerse rico, famoso y feliz.
El Sr. White sacó la pata del bolsillo y la observó desconfiado. —No sé qué pedir, en serio —dijo lentamente—. Creo que tengo todo lo que quiero. —Si tan sólo terminaras de pagar la casa estarías feliz, ¿No? —Dijo Herbert, poniéndole la mano en el hombro—. Bueno, entonces pide doscientas libras; con eso se arreglará todo. Supadre, que reía apenado, levantó el talismán. Herbert puso cara solemne, aunque arruinó el efecto con un guiño que le dirigió a su madre.
—Deseo doscientas libras —pronunció claramente el Sr. White. Un estruendo que venía del piano acompañó las palabras, interrumpidas por un grito tembloroso del viejo. Su esposa y su hijo corrieron hacia él, mirando con repugnancia el objeto, que había dejadocaer al piso.
Cuando pedí el deseo se retorció en mi mano como una serpiente.
Dijo el hijo yo no veo el dinero mientras recogía la pata y la ponía sobre la mesa— y apuesto a que nunca lo veré.
La Sra. White pretende calmar a su esposo. Por un rato, los tres se sientan en silencio junto al fuego. Cuando su padre y su madre se levantan, Herbert bromea diciendo que a lo mejor encuentran unabolsa de dinero arriba de la cama, junto con “algo horrible”. Antes de irse a dormir, a Herbert le parece ver una cara de mono en el fuego. Cuando accidentalmente toca la pata, le da un escalofrío.
En la mañana soleada del día siguiente, Herbert se ríe de sus miedos. La Sra. White se queja de los cuentos absurdos del viejo soldado. Herbert bromea pidiéndoles a sus padres que no gasten el dinero...
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