La Paz
Elucubraciones aparte, en ciertos aspectos ha mejorado el clima para sentarse a dialogar. El ambiente que rodea al tema no es el mismo que el del comienzo delmandato de Juan Manuel Santos. Y aunque el Presidente ha dicho que sólo sacará la llave de la paz cuando constate que las condiciones estén dadas, los inminentes cambios en su gabinete, junto con elimpulso dado a la ley de víctimas y, recientemente, al acto legislativo del marco para la paz, difícilmente pueden dejar de interpretarse como pasos que apuntan en tal dirección.
Forma parte de unarealidad palpable que el país no es reacio a encarar soluciones del conflicto que trasciendan una vía armada que, si bien ha servido para modificar el balance estratégico, es más un escalón que la puertahacia la solución definitiva. Por eso, por la convicción de que la negociación es un escenario ineludible en el camino a la paz, es menester apoyar las gestiones que tengan el propósito de silenciarlos fusiles. Se trata de un mandato constitucional que, por cierto, han atendido, con mayor o menor ahínco, todos los presidentes recientes.
Dicho esto, caben algunas consideraciones. Lo primero es queharto sabe ya el país de procesos fracasados, que han demostrado el poder corrosivo de los afanes de protagonismo y el costoso saldo de cualquier paso en falso. Para decirlo con claridad, un nuevoCaguán no se puede, no se debe repetir.
Es un hecho que de la honda herida del conflicto brotan fuerzas reacias a que esta cicatrice. De ahí que cualquier intervención para cerrarla necesita buenas...
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