La Pesquisa
LA PESQUISA
Seix Barral – Biblioteca Breve
© 1994: Juan José Saer
Derechos exclusivos de edición en castellano
reservados para todo el mundo:
© 1994: Compañía Editora Espasa Calpe Argentina S. A./Seix Barral
Independencia 1668,1100 Buenos Aires
Tercera edición: octubre de 1997
Hecho el depósito que indica la ley 11.723
ISBN 950–731–104–1
Impreso en la ArgentinaNinguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser
reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya
sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso
previo del editor.
-2-
A Ricardo Piglia
-3-
Allá, en cambio, en diciembre, la noche llega rápido. Morvan lo sabía. Y a causa de sutemperamento y quizás también de su oficio, casi inmediatamente después de haber vuelto del
almuerzo, desde el tercer piso del despacho especial en el bulevar Voltaire, escrutaba con
inquietud las primeras señales de la noche a través de los vidrios helados de la ventana y de las
ramas de los plátanos, lustrosas y peladas en contradicción con la promesa de los dioses, o sea
que los plátanos nuncaperderían las hojas, porque fue bajo un plátano que en Creta el toro
intolerablemente blanco, con las astas en forma de medialuna, después de haberla raptado en
una playa de Tiro o de Sidón —para el caso es lo mismo— violó, como es sabido, a la ninfa
aterrada.
Morvan lo sabía. Y sabía también que era al anochecer, cuando la bola de fango arcaica y
gastada, empecinada en girar, desplazaba el punto enel que se agitaban, él y ese lugar llamado
París, alejándolo del sol, privándolo de su claridad desdeñosa, sabía que era a esa hora cuando la
sombra que venía persiguiendo desde hacía nueve meses, inmediata y sin embargo inasible
igual que su propia sombra, acostumbraba a salir del desván polvoriento en el que dormitaba,
disponiéndose a golpear. Y ya lo había hecho —agárrense bien—veintisiete veces.
Allá la gente vive más que en cualquier otro lugar del planeta; se vive más tiempo si se es
francés o alemán que africano y, si se es francés, se vive más tiempo si se es, parece, hombre de
la ciudad que agricultor por ejemplo, y si se es de la ciudad —siempre según las estadísticas—
se vive mucho más tiempo si se es parisino que si se es de cualquier otra ciudad y, si se esparisino, se vive mucho más tiempo si se es mujer que si se es hombre —y algo debe haber de
cierto en todo esto, porque en París abundan las viejecitas: nobles, burguesas, pequeñoburguesas
o proletarias, solteronas achicharradas o mujeres libres que envejecieron obstinándose en no
perder su independencia orgullosa, viudas de notarios o de médicos, de comerciantes o de
conductores de subterráneo,exverduleras o exprofesoras de dibujo o de canto, novelistas en
plena actividad, emigradas rusas o californianas, viejas judías sobrevivientes de la deportación,
e incluso antiguas cocottes, obligadas a retirarse por un censor más severo que las buenas
costumbres, quiero decir el tiempo: la luz del día las ve reaparecer cada mañana, emperifolladas
o casi en harapos, según su condición, estudiandodubitativas los estantes multicolores de los
supermercados, o, si hace buen tiempo, en los bancos verde oscuro de las plazas y de las
avenidas, sentadas solas y tiesas o en conversación animada con algún otro ejemplar de su
especie, o dándole, en actitud ya inmortalizada por las postales, migas a las palomas; de
mañana, en primavera, se las puede divisar en salto de cama, el torso inclinadohacia el vacío en
la ventana de un quinto o sexto piso regando con aplicación malvones florecidos. En el interior
de los edificios se las ve subir o bajar las escaleras, precavidas y lentas, con un bolso de
provisiones o un caniche nervioso, pueril y un poco ridículo que llevan en los brazos y del que
hablan a veces con algún vecino empleando una terminología de análisis psicológico que ningún...
Regístrate para leer el documento completo.