La peste

¿Conoces la sensación de ir de pies en el tren para evitar sentarte con un alma en pena consumido por la droga? Pues es similar a la que sentían los ciudadanos del medievo cuando veían vagar pormitad de la calle a un ser, al que no me atrevo a catalogar de vivo, lanzando esputos ensangrentados cada cinco pasos. Que ante las miradas impasibles o bien, huidizas de los sanos, caían desplomadosrezando para no morir.
De repente, en esa misma calle sucia, dobla la esquina el vecino de ese nauseabundo ser. El mismo con el que tres días antes estuvo hablando, hoy tras un cruce de miradas acelerael paso y esquiva su postrado cuerpo.1
Bien es cierto que ese cruce de miradas no dejó dormir al vecino. Se sentía culpable, pero ¿Culpable de qué?¿De tener miedo? Algo normal, yo vendería a mi madrepor salvar mi culo. Se llama naturaleza humana.
También, ver a su vecino musitar que necesitaba ayuda le hizo plantearse lo efímera que era la vida. Un día eres humano, al siguiente un animal, y alsiguiente no eres más que una mierda. Una mierda sin familia, sin amigos y sin vida.3
Así nos lo cuenta Bocaccio, con la sangre fría de Charles Manson. Y ese texto despierta en mí una vorágine desentimientos tales como lástima, piedad y culpabilidad.
Lástima por los pobres enfermos: marginados y acariciando la muerte con las yemas de los dedos. Piedad por sus almas, que Dios las acoja en sureino, pues no son culpables de su enfermedad. Y culpabilidad.
La culpabilidad viene dada por que tras reflexionar largo y tendido he reconocido que si yo fuese un habitante sano de la época medieval,estoy seguro de que huiría de ellos. Huiría de ellos con tanta frialdad que ni siquiera yo me reconocería.2
Supongo que tener la peste en esa época era similar a ser un enfermo de Sida en Tejas allápor los años ochenta, siendo tachado de maricón y viendo cómo te dan las espalda tus amigos confederados. Siendo el centro de todas las miradas y con los médicos dándote poco más de un mes de...