La Polarización, El Verdadero Enemigo

La polarización, el verdadero enemigo

Por Nelson Matamoros Prince

A estas alturas, sólo me queda una certeza: el peor enemigo de Venezuela no es Chávez y su discurso justicialista de izquierda, ni su némesis conservadora derechista, sino la polarización política que le dio al actual mandatario el empujón final de la victoria en 1998 y de la que ambos bandos son partícipes y culpables porigual. Y acá, en tan pocas palabras, con la constitución propia de un aforismo facilón de los que nos hemos vuelto tan fanáticos, he tocado algunas teclas que sin duda brindarán solaz a los críticos de uno y otro bando.

Tales teclas son, a saber, las siguientes:

1. Ninguno de los protagonistas es culpable de nada por sí sólo, sino el caótico y falaz ‘estado de cosas’ —llamémoslo así—,creado y dedicadamente mantenido por ambas partes, con un entusiasta esfuerzo suicida, abiertamente digno de mejores causas.

2. El discurso de Chávez es izquierdista, aunque sus ejecutorias, sobre todo las económicas, lo coloquen en una postura ecuménica. Chávez es un iluminado, en la tradición de un Trujillo, un Francia o un Torrijos; un populista prevaricador, en su acepción más clásica; unlíder político dotado y un contendor electoral formidable, pero por encima de todas las cosas, es un estratega práctico que aprende, mucho y rápido, de los errores propios y ajenos. Es el caudillo más caudillo que recuerde nuestra memoria histórica reciente: mientras que hasta CAP tuvo que someterse a alguna forma de sujeción (su defenestración es más culpa de su rebeldía frente al CEN que de laaudacia de Escovar Salom), Chávez es el dueño de su circo. Él no necesita al MVR, y sin él, el MVR —que no es lo mismo que el chavismo, que vivirá por décadas— morirá sin dolor ni duelo de nadie. Él es el líder indiscutible de su propia corriente, qué duda cabe.

3. La oposición, por su parte, tuvo su epifanía de autodescubrimiento conservador-derechista el 12 de abril de 2002, al revelarse—parte de ella, por lo menos— feliz y relajada, aplaudiendo un golpe de Estado y la supresión ilegal y violenta de sus instituciones. Pueril, heterogénea hasta el delirio, ciega a sus limitaciones políticas y convencida de poder suplirlas con tiempo de TV; con protagonistas clave, eternamente sospechosos, que agregarían más valor como adversarios; intoxicada por la unidad más simplista de todas,convencida aún de su ya raída ventaja ética, refractaria a ciertos aprendizajes y casada con el discurso electoral con menos sex appeal de la era posterior a Garth y Napolitan (prosperidad, paz, seguridad), la oposición se compromete con una ‘idea fuerza’ sobre la que no tiene ningún control: sin Chávez, automáticamente, el país volverá a la senda de la abundancia (¿cuál? ¿en la que nos dejó encaminadosel gobierno de Rafael Caldera?). Sin Chávez, los medios regresarán a sus posiciones de otrora, dedicados al sano entretenimiento, la información imparcial y el servicio público. Y por último, adecos y copeyanos, cumplida ya su postrera función histórica de ‘salir de Chávez’, desaparecerán pacífica y silenciosamente por la trastienda, como los zancudos cuando acaban las lluvias.

4. Lapolarización no es un invento sagaz y maquiavélico de Chávez, como tampoco de sus consejeros de entonces —de los albores de este ‘estado de cosas’, quiero decir—, sino el inevitable producto estratégico de una lógica indiscutible: había que erigirse en un polo, encarnar el cambio, lo nuevo, la ruptura con el pasado y el protagonismo popular, para derrotar al régimen de Punto Fijo, que tenía la ventajaque le daba jugar a la defensa, en su patio y con sus reglas. No es culpa de Chávez haber estado libre y tener la energía para enfrentar al puntofijismo en el momento preciso. Pero el ‘círculo del mal’, la polarización como sistema y como entorno de interacción política, se cerró el día cuando Henrique Salas Römer, a horas de las elecciones, aceptó (y celebró) el apoyo explícito y desesperado...