LA PRENSA y sendero

INTRODUCCIÓN

Mario Vargas Llosa citó categóricamente a Gustavo Gorriti Ellenbogen con una serie de elogios acerca de su obra Sendero: historia de la guerra milenaria. En este elogio se precisa untrabajo serio, desapasionado y totalizador que debiera ser ingrediente principal en el ingente menú que aborda tratar el caso de Sendero Luminoso como parte de la historia de este país que adquirióun tinte rojo con sabor a Perú durante la década de los ochentas.
De otro lado, un jóven e intrépido Santiago Roncagliolo escribía una compilación de memorias sobre su investigación acerca de estegrupo subversivo años más adelante que, lamentablemente, no ocuparían ninguna columna del célebre nobel Vargas Llosa y que lo dejaría relegado a bibliotecas contemporáneas sin más afán que informar lasaventuras de un periodista que lo único que asoma a tener en común con estos genios de la literatura que se dedicaron a escribir sobre Abimael y su pandilla es justamente lo que los separa: su laborperiodística.
Y es que el rol de un periodista tenaz y atrevido es buscar información en donde los ordinarios y comerciales prefieren evitar levantar polvo. Es crear un mundo paralelo en el que loprohibido quede reducido a los derechos de otra persona y lo accesible se base en la capacidad de encontrar una sola respuesta que valga la pena informar. Lo cierto es que tanto el citado Gorriti y elolvidado Roncagliolo ocuparon en su momento parte del cerebro y los borradores de Vargas Llosa quien terminó optando por lo que, fiel a su costumbre, llamaría un desafío menos evidente de la libertad.Para mí, la visión cambia. Pues mientras Gorriti pasaba sus noches encerrado escribiendo sobre lo prohibido y Roncagliolo recordaba los perros muertos decorando los postes limeños a mí me faltabamucho por entender tres cosas fundamentales que, hoy entendiéndolas, cito en la presente trabajo como un logro literario que seguramente no citará ningún nobel pero pueda dar pie a una investigación...