La princesa del bosque - Cuento

Páginas: 18 (4269 palabras) Publicado: 28 de abril de 2014
La princesa del bosque (Cuento)

Una carnita de rancho tiene ciertos atributos especiales que pocos citadinos podrían valorar ya que es casi como comer comida orgánica en la ciudad, negándose a entrarle a la hamburguesa, a la torta de tamal, la garnacha callejera y encontrarle un nuevo sabor a los frijoles y tortillas, actualizando su vigencia milenaria.

Me dirán que qué encuentro enrealizar el amor con una mujer que se baña en el mejor de los casos una vez por semana, que se dedica a labores pesadas y que por lo tanto la mayoría de las veces no huele a un agradable aroma de rosas, como casi cualquier citadina, sino a almizcle; que viste en forma descuidada, desactualizada o tradicional y en muchas veces aparenta sobriedad, recato y es ejemplo de la matapasiones, cuando lo quemotiva a muchos es el uso de medias, tacones, lencería, perfumes, peinados, modales modernos y demás aportes de la civilización.

Pero yo les diré que todos esos encantos se pulverizan a la hora de probar lo que hay dentro de esos vestidos pasados de moda y recorriendo el cuerpo duro y firme de una presa de rancho, establecer la diferencia. Como diría mi compadre Filemón en cierta ocasión en queme visitó y me hizo el desaire de no probar ni un bocado del pollito con papas que le invité: ese pollo no es de rancho luego luego se le ve en lo amarillo de la piel y lo blandito de la carne, por eso no lo pruebo ya que un buen caldo de gallina de rancho, tiene un sabor que no lo iguala ningún uso de condimentos de ciudad.

Le pregunté que qué había de especial y me contestó que el pollo derancho luego luego lo reconoce uno por la poca grasa, la dureza y lo correoso de la carne, ya que la gallina tiene que recorrer muchos kilómetros antes de llenar el buche y cuando lo llena, está repleto de semillas del monte y gusanos de tierra que le dan ese sabor tan rico a la carne y que se combina con su particular textura.

En aquella primera ocasión no pude sino mover negativamente lacabeza y pensar en lo que el compadre con su actitud retrógrada y negada al cambio, se perdía de ésta vida de ciudad. Tuvo que pasar mucho tiempo para que finalmente como Filemón mi compadre, aprendiera a valorar las cosas que nos perdemos por la comodidad.

El asunto comenzó con un incidente por demás molesto ya que yo viajaba normalmente de una ciudad a otra en un VW todo terreno, no porque asílo hubieran diseñado sus constructores sino porque no habiendo otra opción yo lo internaba en los lugares más insospechados a que me llevaba mi tarea de técnico en acuacultura, coyote comercializador y aprendiz de mago.

No obstante mis cotidianas visitas al campo, acostumbraba llevar mi propia comida enlatada y agua, abreviar el tiempo de la estancia y finalmente arribar a la ciudad máscercana al ocaso o a lo sumo a los dos o tres días, buscando como naufrago recién llegado de las islas solitarias, los satisfactores que ofrece: comida, descanso, sexo, recreación, seguridad, etc. Pero quiso la suerte que a pocos kilómetros del añorado oasis de cemento y asfalto, en montes inaccesibles, mi pobre carro diera sus últimos estertores ya que el agua de la batería se había secado y no existíaforma de cargar con energía esas celdas muertas.

No había un alma en el camino como era de esperarse y buscando algún rastro de civilización empecé a caminar por la terracería. Transcurrió el tiempo, tal vez horas y entonces empecé a notar que la tarde caía, y por lo tanto la luz era cada vez más tenue mientras yo trataba de avanzar lo más posible antes de la noche cerrada. Repentinamente,lejos ya de mi cucarachita alemana, la bruma envolvió el camino y para no caer o resbalarme, prefería avanzar entre los árboles que bordeaban el camino por lo que poco después, en esa noche sin luna, ya no encontraba dónde estaba éste y sintiéndome perdido decidí quedarme ahí hasta la luz del día y no agravar mi situación. Imperceptiblemente la preocupación, el miedo y el frío fueron sustituids...
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