la princesa que tenia un piojo

La princesa que tenía un piojo

Había una vez una princesa tan limpia y aseada que no se le podía encontrar ni una manchita. Ni siquiera un relojero, con la lupa de más aumento,habría podido ver en ella la más mínima pizca de suciedad.
Y un día le apareció un piojo.
-¡Por todos los santos!-dijo el padre-. Que nadie mate a ese piojo.
Amaba tanto a su hija,que amaba todo lo que fuera suyo. Y ordenó poner el piojo sobre un almohadón de oro dentro de una cajita de oro y ésta sobre una masita de oro y ésta sobre una alfombra de oro.Nadie supo cómo, pero el piojo tuvo varios piojitos, dos o tres docenas tal vez. En fin, allí los dejaron.
Los piojitos, a su vez, tuvieron hijos. Entre tanto, el primer piojo empezó acrecer y a crecer. Y pronto comenzaron a crecer también sus hijos. Y los hijos de sus hijos. Cada vez eran más grandes, y pronto fueron tan grandes como caballos.
-Los usaremos para laguerra- dijo el rey, y se rió.
Y es que nunca le habían costado los “caballos” tan baratos. Además, al cabalgar sobre ellos, no podían morder la cabeza de la gente, que es precisamentelo malo de los piojos.
Pero los piojos siguieron creciendo y se hicieron tan grandes como elefantes. Y luego crecieron más y pronto fueron tan grandes que la gente paseaba por ellos.Ahora las cosas estaban al revés: los piojos tenían gente, y no la gente piojos.
Pero los piojos aún crecieron más y la gente empezó a edificar casas sobre ellos, a plantar árboles ya hacer jardines. Hasta construyeron autopistas, y los piojos crecían y crecían. Al final nadie sabía que el país sobre el que vivía se hallaba sobre piojos. Cada día salía un periódico,luego dos y luego cien.
A la princesa y al rey ya nadie los recuerda. Nuevos reyes gobiernan el país.
¿Y dónde esta ese país? Ahí