La prostata
Odioso despertador. El relojero había mencionado que los resortes se encontraban a un impasse de quebrarse, contaba con que esta mañana su chirrido retumbaría en mis oídos, una cita importante me aguardaba, y no toleraba atrasos, el don de la puntualidad le era exquisitamente apreciable, no tuve alternativa, y comencé a realizar amagues con el brazo. Reiteradas vecesconté la distancia entre la pieza y el tarro de porquería que permanecía adherido a la tina, sostuve la convicción de aventarlo porque a estas alturas era lo mejor que podía hacer, las perillas oxidadas tomaron un peculiar color castaño oscuro, estuve expectante todo el trayecto hasta el momento de la caída, cuando éste lanzó su último “ring”… Fue buena muerte, tomé una ducha y desde el ventanalobservé que las nubes retorcidas cubrían el extenso cielo, marzo aguardaba frio, obscuro y lluvioso. Según los meteorólogos, habían pronosticado para toda la zona central ciclones de bajas temperaturas, brumas durante el día y camanchaca en la madrugada, especial para llevar mi camisa azul. Esta fría mañana, me hizo recordar el arribo de una carta: “Era un primo en segundo grado, y me pedía que no meextrañara, lo que pasa, (decía) es que por circunstancias adversas he vivido lejos de la ciudad, siendo niño tuve la inquietud de conocer a mis primos mayores, pero mis padres nunca me autorizaron a realizar mi voluntad, hasta que con la muerte de ellos me convertí en una persona independiente”. Estrechar lazos con un extraño era excesivo, en la casa teníamos por norma no hablar con los vecinos, noeran malas personas, pero un gesto amable echaba una mano al disimulo. Era una rutina, la misma que en la casa, acostarse temprano para el siguiente día recorrer las calles del centro, apremiado por ser el asentador, por el terror de no conseguir satisfacer las obligaciones de cada día. Ver a mí esposa preparar la comida con entusiasmo, entender a los niños que jugaban hasta tarde como delfines yprotestaban no tener sueño, después al venir la noche, ese silbido hondo resbalaba por los techos de la casa sellando sus ojos. Era hermoso. Ahora vivo entre recuerdos, y ecos que golpean el pasado de la casa, y cada año en el mes de abril rememoro su muerte en lo ancho de mi habitación. Mas tarde de lo habitual fue la cita con Segundo, no todos los días muere un correligionario, más bien eranmañas de un viejo marginado no admitir un atraso, y me apoye un momento en el respaldo de la cama. El Café España era un céntrico café de la capital, una taberna agrietada de color gris del siglo xlx, de aroma excitante y luctuoso, con un leve aspecto country en la entrada. Ciento treinta años de fama y medallas exhibidas predominaban en toda su cuadratura, visitado por millares, era la cúspide. Dentrode toda esa condensada gama de gente estaba su pesada anatomía soportada por la silla de la mesa, el café, y un cenicero lleno de colillas que resonaban doblemente impaciente…, entretanto movía la pierna aguardando, escuchó un idilio en la mesa de al lado;--¡Hablaste con él esta mañana!--¡No, necesito mas tiempo!--..¡Estamos profanando…! Todo Lo que quieras,-le dije;- Pero te amo inmensamente…Yte he amado siempre…¡Lo sabes…!¡No, no sé!-¡Sí, lo sabes!-Dime que estás convencida de cuanto te amo!¡No ves que me estás haciendo sufrir de un modo horrible!--Al sentir que sus manos temblaban en las suyas, dulcemente le dijo: -¡Escúchame te digo;!¿No te das cuenta que también te quiero con toda el alma, y que sin ti me muero?-¡Te amo inmensamente…,te amo cada día más, Armando…, pero ahora deboirme, debo regresar…, después le susurro algo en el oído y en seguida la beso… Su bella silueta y su boca que fueron cálidamente besadas avanzó de prisa en medio de las mesas del bar, en silencio Armando la contempló por una eternidad, hasta desaparecer…Ese hombre conservaba los modales de un amante perfecto, portaba adentro un brío que remontaba a los cimientos de la aristocracia familiar mas...
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