La Puerta (Cuento) De Miriam Noce
Páginas: 3 (531 palabras)
Publicado: 7 de julio de 2012
La puerta
La obra de estrenó en Madrid y fue un éxito de crítica y público. Supe después que igual destino tuvo en otras capitales europeas. Entonces me dije:
—Nopuedes desperdiciar la oportunidad.
Mi analista corroboró esta afirmación. Con ahorros y préstamos compré los derechos de autor para estrenarla en Buenos Aires en un teatro céntrico.Mis padres fallecieron pocos meses antes de que yo cumpliera cuatro años. Como se estilaba allá por los años 40, se decidió que la mejor educación sería en un instituto religioso. Así fue que a losseis años estaba pupila en un colegio de monjas, rara mezcla de moral, moralina, educación, tabúes, irrealidades y formación para un futuro de docencia y hogar.
Si convoco a mi memoria, losrecuerdos vienen en tropel. Recurrentemente siempre llega primero la higiene. La religiosa que nos atendía durante la tarde llevaba en un cuaderno anotado el día y la hora de nuestro baño, que aún enépocas estivales era uno por semana.
Las pupilas mayores, más hábiles en el manejo de la monja, a veces lograban confundirla y así se bañaban, ¡oh éxito!, dos veces. Había normas vigentes sagradas alas que nadie osaba violar por temor al castigo: quedar sin baño a la semana siguiente de la infracción.
Cuento siempre ésta historia a mis jóvenes alumnos de teatro y encuentro una sonrisa deincredulidad: afirman que yo inventé la misma para ver su reacción.
El baño era una ceremonia a la que no nos atrevíamos a desafiar. En una certidumbre ingenua, necesitaba mayor presenciasobre la monja... Mi oído atento pretendía oír los pasos silenciosos al abrir la primera puerta del baño —aquella al costado del gran salón de estudio donde confluían 60 almas—. Allí estaban en parcelasindividuales las cuatro bañeras con sus respectivas puertas.
Anhelaba que la visita no me sobresaltara y poder esperarla con una sonrisa y no como invasión. Los minutos eran contados, pues en...
La obra de estrenó en Madrid y fue un éxito de crítica y público. Supe después que igual destino tuvo en otras capitales europeas. Entonces me dije:
—Nopuedes desperdiciar la oportunidad.
Mi analista corroboró esta afirmación. Con ahorros y préstamos compré los derechos de autor para estrenarla en Buenos Aires en un teatro céntrico.Mis padres fallecieron pocos meses antes de que yo cumpliera cuatro años. Como se estilaba allá por los años 40, se decidió que la mejor educación sería en un instituto religioso. Así fue que a losseis años estaba pupila en un colegio de monjas, rara mezcla de moral, moralina, educación, tabúes, irrealidades y formación para un futuro de docencia y hogar.
Si convoco a mi memoria, losrecuerdos vienen en tropel. Recurrentemente siempre llega primero la higiene. La religiosa que nos atendía durante la tarde llevaba en un cuaderno anotado el día y la hora de nuestro baño, que aún enépocas estivales era uno por semana.
Las pupilas mayores, más hábiles en el manejo de la monja, a veces lograban confundirla y así se bañaban, ¡oh éxito!, dos veces. Había normas vigentes sagradas alas que nadie osaba violar por temor al castigo: quedar sin baño a la semana siguiente de la infracción.
Cuento siempre ésta historia a mis jóvenes alumnos de teatro y encuentro una sonrisa deincredulidad: afirman que yo inventé la misma para ver su reacción.
El baño era una ceremonia a la que no nos atrevíamos a desafiar. En una certidumbre ingenua, necesitaba mayor presenciasobre la monja... Mi oído atento pretendía oír los pasos silenciosos al abrir la primera puerta del baño —aquella al costado del gran salón de estudio donde confluían 60 almas—. Allí estaban en parcelasindividuales las cuatro bañeras con sus respectivas puertas.
Anhelaba que la visita no me sobresaltara y poder esperarla con una sonrisa y no como invasión. Los minutos eran contados, pues en...
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