LA PUERTA





LA PUERTA
José Antonio Cotrina


PRIMERA PARTE
1
Era una puerta fuera de lugar, una puerta de cuento de hadas, con serpientes y dragones tallados alrededor del marco y una manilla de bronce en forma de garra retorcida. Estaba al fondo del local, junto al mostrador, y resultaba tan extraño verla ahí, en aquella ciberteca equipada con la más alta tecnología, que era difícil no fijarse en ellanada más entrar. Eso al menos pensó Marina, aunque al parecer sus dos amigos eran de una opinión bien diferente: les interesaban muchísimo más los ordenadores que se esparcían por todo el lugar que aquella curiosa puerta.
Ana y Maurice se acercaron al más cercano y Marina, tras una pequeña vacilación, fue tras ellos.
—No me lo puedo creer —murmuró Ana. La joven contemplaba boquiabierta losimpresionantes gráficos del juego que en ese instante mostraba la pantalla—. He muerto y estoy en el cielo —anunció teatralmente mientras se llevaba las manos a las mejillas.
Marina también quedó admirada al ver la calidad gráfica del minotauro contra el que el jugador se enfrentaba en aquel momento. El nivel de detalle era asombroso, las sombras de la espada y del guerrero al caer sobre el cuerpo delengendro eran perfectas y hasta se podía ver cómo el pecho de la bestia se movía al compás de su respiración agitada… Nunca había visto unos gráficos tan increíbles.
—Casi parece de verdad —murmuró Maurice. Al muchacho le brillaban los ojos.
Hasta ese día se habían dedicado sobre todo a jugar a través de Internet, cada uno cómodamente instalado ante su propio ordenador, pero el rumor de laexistencia de aquel lugar prodigioso había conseguido sacarlos de sus casas. Si aquel lugar era la mitad de bueno de lo que habían oído, se avecinaba una tarde magnífica.
El hombrecillo que se acercó a ellos era tan extraño como la puerta junto al mostrador. Era delgado, de rostro afilado, pantalones oscuros mal planchados y camisa blanca mal abotonada, pero lo que más llamaba la atención de suatuendo era la chistera torcida que coronaba su cabeza calva, una chistera negra más propia de un mago de feria que del empleado de una ciberteca. Les dedicó una amplia sonrisa y abrió los brazos en un gesto que abarcaba todo el local.
—Bienvenidos a Nueva dimensión, muchachos, el lugar donde no existe la palabra imposible —anunció con voz engolada, cargada de sentimiento al pronunciar el nombre de laciberteca—. O mucho me equivoco o ésta es vuestra primera visita. Me precio de no olvidar nunca una cara ni un nombre.
Maurice asintió y, como solía ser habitual, tomó la palabra. Era un muchacho decidido y resuelto. A veces demasiado, opinaba Marina.
—Un amigo nos ha contado que aquí tienen los mejores ordenadores que ha visto nunca. Y dice que es la ciberteca más barata de toda la ciudad—señaló.
—Las buenas noticias tienen las piernas largas —confirmó el hombrecillo—. En Nueva Dimensión nos enorgullecemos de tener los mejores precios y los mejores equipos. Escuchadme bien, muchachos, escuchadme bien: todos los modelos que veis aquí son prototipos experimentales. Equipos que aún no están a la venta y que gracias a mis contactos en las altas esferas del sector consigo antes que nadie —diouna fuerte palmada antes de continuar hablando—. ¡Pero basta de cháchara! ¡Disfrutad de mi local que para eso está y por eso habéis venido!
Marina echó un vistazo a los ordenadores. Eran diminutos cubos de color negro, con un montón de cables y conectores diversos cubriendo su superficie. No vio ningún tipo de marca o logotipo, ni en las cajas ni en los monitores. Resultaba extraño, pero no leconcedió demasiada importancia. De hecho le podían más las ganas de probar aquellas maravillas que lo extravagante de todo el asunto, hombre de la chistera torcida y puerta incluidos.
En total había treinta y dos equipos dispersos por el local, una amplia estancia rectangular de suelo blanco y paredes azules, y sólo había cinco libres; el resto estaba ocupado por muchachos ensimismados en sus...