LA RABIA
-Guille, vos sos muy rápido pero, aun así, deberías esperarlos porque no sabes como son. Un movimiento mal y te volves a casa.
- No sé, pero tampoco voy a ir a quedarme parado, ¿viste?
Guillermo D’atri esun pibe sencillo, de 22 años, y no más de un metro setenta y tres de altura. Él tenía ya en vista lo que iba a ser el viaje mas importante de su vida. El campeonato mundial de Karate, que tendría sedeen Japón, estaba a la vuelta de la esquina y no podía permitirse dejar ningún detalle librado al azar.
Para esto, además, cuenta con el apoyo de su hermano mellizo Alejandro con el que han librado másde un enfrentamiento y conoce en profundidad los puntos fuertes, debilidades y movimientos que puede realizar Guillermo.
Hay suficientes episodios que avalarían un tipo de telepatía entre hermanosdada por el vínculo gemelar. Y aunque no se puede probar, lo cierto es que el camino hacia este mundial se inició hace 17 años cuando Ale y Guille vistieron un karategui –vestimenta de karate, elaboradacon paño blanco en forma de bata, estilizada al cuerpo en algunos casos y solo sujeta por el cinturón de color correspondiente a la graduación del alumno- por primera vez, a la corta edad de cincoaños.
Desde ese momento y por más que ambos hallan enfrentado innumerables desafíos, el apoyo incodicional hacia el otro se sostenía.
- Igual no creo que sea tan constructivo. Los de de karatedeportivo van a querer hacer cualquier cosa. –afirmaba Guille.
- Puede ser, pero no te olvides que vas a ganar. Si te toca con uno de esos les demostras todo el respeto que no tienen y después lo fajas–risas-.
Al contrario de las creencias del grueso de la gente, el karate es una disciplina poco violenta. “Nosotros competimos y usamos el cuerpo pero no hay deslealtad”, cuenta Alejandro. “Pueden...
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