La Reina Pantoja
EL FIGÓN DE LA REINA
PATOJA
Anatole France
Traducción: LUIS RUIZ CONTRERAS
El manuscrito original, en magnífica letra del siglo XVIII,
Vida y opiniones del señor abate
Jerónimo Coignard.
lleva este subtítulo:
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Me propongo referir los sorprendentes encuentros que tuve
en el transcurso de mi vida. Los hay muy amenos y los hay muy
extraordinarios. Cuando acuden a mi memoria llego a dudar de
si habré soñado. Conocí a un cabalista gascón, de quien no me
atrevo a decir que fuera hombre juicioso, porque murió de una
manera desastrosa. En la isla de los Cisnes, una noche, oí de sus
labios razonamientos sublimes, que recordé y escribí
cuidadosamente. Dichos razonamientos referíanse a la magia y a
las ciencias ocultas, que actualmente preocupan mucho; sólo se
habla de la Rosa‐Cruz. No me preocupa la importancia que
pueden procurarme tales revelaciones. Unos dirán que todo es
pura invención mía, y otros, que todo el mundo sabe ya lo que
digo. Me declaro poco instruido en la cabala, puesto que mi
maestro murió cuando comenzaba a iniciarme; pero aprendí lo
suficiente para suponer con algún fundamento que todo ello es
ilusión, abuso y vanidad. Por otra parte, basta que la magia sea
enemiga de la religión para que yo la rechace con todas mis
fuerzas. Sin embargo, creóme obligado a dar explicaciones
acerca de un punto de tan falsa ciencia para que no se me juzgue
aún más ignorante de lo que soy. Sé que los cabalistas piensan
generalmente que los silfos, las salamandras, los elfos, los
gnomos y los gnomidos nacen con un alma perecedera, como su
cuerpo, y que adquieren la inmortalidad mediante su comercio
con los magos 1 . Mi cabalista enseñaba, por el contrario, que la
1
Esta opinión está sostenida especialmente en un libro del abate Montfau-con de
Villars, El conde de Gabalís o pláticas sobre las ciencias secretas y misteriosas, según
los principios de los antiguos magos o sabios cabalistas. Existen muchas ediciones.
Yo me contentarécon señalar la de Amsterdam (Jaques Le Jeune, 1700, en octavo,
con grabados). Contiene una segunda parte, que no aparece en la edición original.
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vida eterna no está reservada a criatura alguna, sea terrestre, sea
aérea. Yo he seguido estas inspiraciones, sin permitirme
juzgarlas.
Tenía por costumbre decir que los elfos hacían víctimas a los
que revelaban sus misterios, atribuyendo a la venganza de estos
espíritus la muerte del señor abate Coignard, asesinado en la
carretera de Lyon. Pero yo sé bien que esa desgracia,
verdaderamente sensible, tuvo una causa más natural. Hablaré
con entera libertad de los genios del aire y del fuego. Es preciso
arriesgarse a los peligros de la vida, y el de los elfos resulta
extremadamente pequeño.
He cogido con escrupulosidad los razonamientos y las
opiniones de mi excelente maestro el señor abate Jerónimo
Coignard que murió como dejo indicado. Era un hombre
rebosante de ciencia y de bondad. Si hubiera tenido un alma
menos inquieta, hubiera indudablemente igualado en virtud al
abate Rollín, a quien sobrepujaba mucho por la extensión de sus
conocimientos y la profundidad de su inteligencia. Tuvo sobre el
señor Rollín, por lo menos, entre las agitaciones de una vida
desordenada, la ventaja de no caer en el jansenismo, porque la
firmeza de su espíritu no se dejaba arrastrar por la violencia de
las doctrinas temerarias, y puedo atestiguar ...
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