La Reina
JOSE EMILIO PACHECO
Adelina apartó el rizador de pestañas y comenzó a aplicarse el rimmel. Una línea de sudor manchó su frente. La enjugó con un clínex y volvió a extender el maquillaje. Eran las diez de la mañana. Todo lo impregnaba el calor. Un organillero tocaba el vals Sobre las olas. Lo silenció el estruendo de un carro de sonido en que vibraban voces incomprensibles.Adelina se levantó del tocador, abrió el repero y escogió un vestido floreado. La crinolina ya no se usaba pero, según la modista, no había mejor recurso para ocultar un cuerpo como el suyo. Se contempló indulgente en el espejo. Atravesó el patio interior entre las macetas y los bates de beisbol, las manoplas y gorras que Óscar dejó como para estorbarle el camino, entró en el baño y subió a labalanza. Se descalzó. Pisó de nuevo la cubierta de hule junto a los numéros. Se quitó el vestido y probó por tercera vez. La balanza marcaba 80 kilos. Debía estar descompuesta: era el mismo peso registrado una semana atrás al iniciar los ejercicios y la dieta. Caminó otra vez por el patio que era más bien un pozo de luz con vidrios traslúcidos. Un día, como predijo Óscar, el patio iba adesplomarse si Adelina no adelgazaba. Se imaginó cayendo en la tienda de ropa. Los turcos, inquilinos de su padre, la detestaban. Cómo iban a reírse Aziyadé y Nadir al verla sepultada bajo metros y metros de popelina. Al llegar al comedor vio como por vez primera los lánguidos retratos familiares: ella a los seis meses, triunfadora en el concurso El bebé más robusto de Veracruz . A los nueve años,en el teatro Clavijero, declamando Madre o mamá de Juan de Dios Peza. Óscar, recién nacido, flotante en un moisés enorme, herencia de su hermana. Óscar, el año pasado, pítcher en la Liga Infantil de Golfo. Sus padres el día de la boda, él aún con uniforme de cadete. Guillermo en la proa de Durango, ya con gorra e insignias de capitán. Guillermo en el acto de estrechar la mano al señorpresidente en ocasión de unas maniobras navales. Hortensia al fondo, con sombrilla, tan ufana de su marido y tan cohibida por hallarse entre la espos del gobernador y la diputada Goicochea. Adelina, quince años, bailando con su padre el vals Fascinación. Qué día. Mejor ni acordarsse. Quién la mandó invitar a las Osorio. Y el chambelán que no llegó al Casino: prefirió arriesgar su carrera yexponerse a la hostilidad de Guillermo-su implacable y marcialmente sádico profesor en la Heroica Escuela Naval-antes que hacer el ridículo valsando con Adelina.
-Qué triste es todo-se oyó decirse-. Ya estoy hablando sola. Es por no desayunarme-. Fue a la cocina. Se preparó en la licuadora un batido de plátanos y leche condensada. Mientras lo saboreaba hojeó Huracan de amor. No había visto esenúmero de la Novel Semenal , olvidado por su madre junto a la estufa. Hortensia es tan envidiosa &Por qué me seguirá escondiendo sus historietas y sus revistas como si yo todavía fuera una niñeta? No hay más ley que nuestro deseo , afirmaba un personaje en Huracán de amor. Adelina de inquietó ante el torso desnudo del hombre que aparecía en el dibujo. Pero nada comparable a cuando encontró enel portafolios de su padre Corrupción en el internado para señoritas y La seducción de Lisette. Si Hortensia-o peor: Guillermo-la hubieran sorprendido & Regresó al baño. En vez de cepillarse los dientes enjuagó con Listerine y se frontó los incisivos con la toalla. Cuando iba hacia su cuarto sonó el teléfono.
-Gorda &
-Qué quieres, pinche enano maldito?
-Cálmate, gorda, es unrecado de our father. Por qué amaneciste tan furiosa, Adelina? Debes de haber subido otros cien kilos.
-Qué te importa, idiota, imbécil. Ya dime lo que vas a decirme. Tengo prisa.
-Prisa? Ah sí, seguramente vas a desfilar como reina del carnaval en vez de Leticia no?
-Mira, estúpido, esa negra, débil mental, no es reina ni es nada. Lo que pasa es que su familia compró todos los votos...
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