La Responsabilidad Política Del Trabajo Social

LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA DEL TRABAJO SOCIAL. TERESA ZAMANILLO

Razones de la necesidad de recuperar la responsabilidad política del trabajo social.
Los jóvenes tienen una constante desafección hacia la política. Factores:
* Su coincidencia con los primeros pasos del Estado de Bienestar
* La retirada de los líderes políticos locales que fueron llamados a diversos puestos de poder* El proceso creciente de individualización de los países democráticos desarrollados, con la consecuente delegación de poder en las urnas.
Y en el campo de trabajo social, el compromiso político con la intervención comunitaria de una corriente de la disciplina fue poco a poco perdiendo sentido. En la medida en que se instalaban unos servicios sociales necesarios que pronto mostraron su caramás dura, la creciente burocratización y tecnocratización, los trabajadores sociales fueron alejándose de sus compromisos socio-políticos. Éstos se van convirtiendo progresivamente en gestores del estado de Derecho con el consiguiente malestar profesional.
No creemos en la neutralidad política en un trabajo como el que nos ocupa. Y nos preocupa la pretendida neutralidad. Y nos preocupa una tercerapostura que se piensa a sí misma como crítica pero que se ha instalado en la queja desde hace muchos años no aportando al campo de la disciplina más que eso: la queja. Los profesionales del trabajo social viven una profunda desazón. La queja de los profesionales producto, por un lado, de la burocratización de su papel, y por otro, la progresiva hegemonía neoliberal que sustrae sus posibilidades deprotección hacia las capas más vulnerables de la población, les provoca un sentimiento de inutilidad e impotencia. Este tipo de profesionales son empáticos, saben recogen el sentimiento de desprotección creciente de la población pero se siente impotentes y entran en la queja como forma pasiva de adaptación individual; es la conformidad en el más puro significado de Merton, conformidad que cumplecon la función social de adaptación puesto que, de lo contrario, “no podría conservarse la estabilidad y continuidad de la sociedad”. Esta postura, junto con la concepción de un trabajo social que pretende ser neutral, son las formas más habituales de ejercer la profesión.
Lamento y pasividad es una dinámica que se conjuga perfectamente porque así se siente de alguna manera que “algo se estáhaciendo”: la crítica. Pero es una crítica que se agota en la proyección de la impotencia sobre el sistema: alguien o algo tiene que ser el culpable de todo lo que está ocurriendo tan rápido e inesperablemente; es habitual oír que no se puede hacer más pues el sistema imposibilita hacer algo más comprometido; las cosas son así. Estas grases tan coloquiales han adquirido una carta de legitimidad talque nadie las pone en cuestión. Y es que el alejamiento de los órganos políticos de decisión produce una gran impotencia a los ciudadanos, convirtiéndolos en espectadores. Es así como los trabajadores sociales, ciudadanos como los demás, se sienten también impotentes para llevar a cabo acciones, denuncias, trabajos en grupo o escritos que hagan notar la presencia de unos profesionales comprometidosética y políticamente con los resultados del ascenso del neoliberalismo.
Los trabajadores sociales ha estado siempre preocupados por el objeto, por la planificación de la política social y el protagonismo del trabajo social en la misma (años 60 y 70 de la reconceptualización); por los métodos (años 70 y 80 en Norteamérica y Sudamérica). Más en las décadas de los 80 y 90 estas preocupaciones sehan ido diluyendo a medida que el reconocimiento de la profesión se iba consolidando. Hoy no importa ya el rigor metodológico, ni la planificación política; importa la instrumental, la gestión de los recursos ha absorbido el quehacer de la profesión. Estamos prisioneros de permanecer en el puesto de trabajo, de las subvenciones para continuar los programas; en fin, burocracia, gestión y...