La Restauración De La Autoestima

Cuando ya en 1946 Hannah Arendt definió a los campos de la Solución
Final como «fábricas de la muerte», no empleaba metáfora alguna, sino
una descripción rigurosa de lo que eran los Lagersinstalados en Europa.
Y es en el más simbólico de ellos, en el complejo Auschwitz-Birkenau,
con 1,3 millones de personas asesinadas, el 90% de ellas judías, donde
se ubica fielmente la adaptación delbest-seller de John Boyne, que nos
pone ante el abismo que supuso -y supone hoy- el Holocausto.
Aplicar el 'management'
Para explicarse cómo fue posible funcionalmente el gigantesco esfuerzo
genocidadel III Reich es necesario asumir -como nos muestra la
película- que el nazismo aplicó de manera aséptica y sistemática el
management alemán. Este había experimentado un vertiginoso avance
en laindustria germana desde 1930. Toda la planificación logística de la
Solución Final: el funcionamiento de sus campos, los procesos diseñados
y la estructura de dirección reservada a las S.S. (el padrede Bruno,
protagonista de la película), tenían como objeto precisamente la
«industrialización de la muerte».De tal manera que cada Lager se
convertía en una verdadera fábrica con un microcosmospropio, que
daba lugar al «universo concentracionario» donde nuestras categorías
humanas dejaban de existir. Así, en la película, una fina alambrada nos
marca las lindes de Auschwitz y hacesimbólicamente de punto de
encuentro de los jóvenes protagonistas: más acá de la valla de espinos,
el mundo tal y como lo conocemos (Bruno); más allá, en cambio, un
submundo incomprensible (Shmuel), cuyamateria prima es la persona y
su output final es el humo de sus cadáveres, como se adivina en un
plano clave con las chimeneas humeando. De esta eficacia luctuosa de
aplicar los principios delmanagement a la meta del exterminio
sistemático nos habla otra secuencia capital: la reunión que tiene el
comandante de Auschwitz, (padre de Bruno) con su staff para
incorporar el pesticida de uso...