LA RIOJA 1936 UNA MOVILIZACI N A REBATO
RAÚL RUIZ DE LA TORRE CRISTÓBAL
COLLÈGE DE FRANCE
Trabajadores, labradores, intelectuales, soldados, marinos,
guardianes de la patria: sacudid la resignación ante el cuadro
de su hundimiento y venid con nosotros por España una, grande y libre.
¡Que Dios nos ayude! ¡Arriba España!
José Antonio Primo de Rivera (17 de julio de 1936)1
Julio de 1936. Unafecha de la historia de España que no necesita presentación. Fue el comienzo de una larga y cruenta guerra civil y el origen de una
dictadura de casi cuarenta años. Una guerra que cambió de forma radical el escenario anterior, que frustró el proyecto reformista republicano, el intento de
abordar los problemas estructurales heredados y transformar las bases sociales
del país. En la España urbana eindustrial del entorno de las grandes ciudades y
también el mundo rural del interior peninsular, como era el caso de La Rioja.
En muchas localidades riojanas se repitieron las celebraciones por la llegada
del nuevo régimen, las manifestaciones populares encabezadas por los dirigentes
republicano-socialistas, con bandas de música, cohetes, bombas, retratos de Galán y García Hernández y banderastricolores y socialistas.2 Muchos riojanos vieron que sus sueños de igualdad social y mejora de sus condiciones de vida por
fin podían hacerse realidad. Un ejemplo de ese fervor lo encontramos en el periódico La Rioja, en su editorial del 15 de abril: «Ayer fue proclamada la República en España. La nueva forma de gobierno ha cristalizado por fusión de un anhelo nacional… el alumbramiento de laRepública, cuando todo parto es cruento,
ha sido singularmente feliz, sin convulsiones doloras, sin efusión de sangre. Sobreponiendo a todo el gozo que embarga el dar a luz a un fruto ansiosamente
guardado… la República es la consagración del sentimiento nacional, nacida al
1
José Antonio Primo de Rivera (rec. de Agustín del Río Cisneros), Obras completas, Ed. Cronológica,
Madrid, 1954, pp. 951-952.
2Julián Casanova, República y guerra civil, Crítica, Marcial Pons, Barcelona, 2008, pp. 15-26.
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RAÚL RUIZ DE L A TORRE CRISTÓBAL
calor de tantos fervores, no engendrada en los patios de los cuarteles ni en el
seno de los rencores ni de odios, puede esperarse, es lícito aguardar, la calma de
los espíritus, la tranquilidad del país, el advenimiento de una era de paz y de
trabajo, de libertad yde progreso».3
Los participantes en aquellas celebraciones no podían imaginar la rapidez con
la que iban a llegar los primeros conflictos. Apenas apagados los ecos del ambiente festivo volvieron a escucharse quejas y demandas populares que venían
de lejos, al menos desde finales del siglo XIX, y que seguían estando muy presentes a la altura de los años treinta.4 Había llegado la oportunidad tantasveces
soñada para cambiar la sociedad. Un anhelo común con medios, tiempos y objetivos diferentes. En efecto, los caminos planteados por las organizaciones de
trabajadores para mejorar su situación social y alcanzar el modelo de vida al que
aspiraban se separaron muy pronto. Los socialistas, por un lado, pedían paciencia
para que el Gobierno tuviera tiempo de dictar leyes en consonancia con susdemandas. Su estrategia moderada que no tardó en dar sus frutos, una rápida expansión del asociacionismo de la UGT entre los campesinos al calor de las leyes
laborales promulgadas por Largo Caballero, que originó una fuerte resistencia por
parte de patronos agrícolas, un presagio de la conflictividad que se iba a desarrollar en los años siguientes en el mundo rural. Los anarcosindicalistas, por suparte, desconfiaron pronto de la política reformista republicana. No había tiempo
que esperar. La libertad había que tomarla. Y a las palabras les sucedieron las
acciones de protesta. El primer ejemplo, a mediados del mes de mayo de 1931,
fue la huelga de los obreros de la construcción de Logroño afiliados a la CNT,
que se negaron a negociar con otros interlocutores que no fueran los patronos....
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