La Ruleta
Y, bueno, en menor escala, ¿cuántas emocionantes películas nos han dejado esosinfelices perseguidos por deudas de juego por musculosos e inexorables matones a sueldo pintorescos acreedores?
Y están también esos patéticos suicidas, esos fugitivos viajando por Brasil, queabusaron de la confianza de la empresa en el momento justo en que la oscura y arbitraria divinidad de la fortuna les volvía la espalda y se jugaron el patrimonio que no era suyo y lo perdieron.
Figuratambién entre la dramatis personae del juego ese delincuente menor, el tahúr, ave zancuda que habita en los pantanos de la bobería y la compulsión ajenas, y que mantiene, como todos los estafadores, lasangre elegantemente fría.
Tapete verde, dados, joker, cartas, galgos, hasta el modesto bingo, caras impasibles, ruleta, hagan su juego, señores, no va más, crean su mundo de supersticiones: ¿quéextraño impulso nos empuja hasta el filo del vuelco de fortuna? ¿Qué es lo que queremos saber o probar?
En literatura ciertamente no hay jugadores como los rusos. Pushkin y su delicada y perfectaDama de pique; el gran Dostoievski, víctima de la pasión de la ruleta (son increíbles las historias donde se chismea acerca de su invencible compulsión) y capaz de elevarla hasta el topus uranus de las...
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