La sangre y la esperanza

Páginas: 50 (12260 palabras) Publicado: 24 de mayo de 2010
La Sangre y la Esperanza

Nicomedes Guzmán

Primera Parte: El Coro de los Perros.

La Viruta (pag. 17 - 18)

Bajo, de una estatura que traicionaban apenas unos cuantos edificios de dos pisos, arrugado, polvoriento, el barrio era como un perro viejo abandonado por el amo.

Era la vida. Era su rudeza. Y eran sus compensaciones. Y nosotros, los chiquillos de aquella época, éramos eltiempo en eterno juego, burlando esa vida que, de miserable, se hacia heroica.

Allá, la calle San Pablo. Acá, el deposito de tranvías y los grandes talleres de la Compañía Eléctrica.

Éramos niños. Y no había obstáculos para nosotros... si cabían miserias, rudezas y dolores, casi no los sentíamos, porque ahí estaban los mayores para sufrir y luchar por nosotros.

Rodaban en ensordecedorbullicio los vigorosos días del año veinte. O del veintiuno. O del ventidos. ¡Pero que sabíamos nosotros de esto!...

2 (pag. 19 - 20)

Demasiado crecido para sus diez años y demasiado pequeño para la responsabilidad de hombre que ya tenia, Zorobabel era compañero indispensable de nuestras correrías. Y cuando por las tardes, el trabajo le daba oportunidad para incorporarse de nuevo al país de lainfancia, lo palomillas lo acogíamos como el se lo merecía. (...) Pero si el muchacho era necesario a nuestra pandilla, su hermana, la triste Angélica, era ya indispensable al mundo de mis sueños, ¡y que cosas no imagine para el futuro frente a sus ojos, a sus lagrimas y a su tibia ternura!

Por aquel entonces habiase instalado en el deposito de tranvías la potente sirena que, si no me equivoco,hoy todavía existe. A las cuatro y media de la madrugada lanzaba su primer alarido, destinado a anunciar que las actividades tranviarias comenzaban.

Yo sentía, me acuerdo, crujir el catre de los vecinos (la mayoría era el personal) y el catre de mi mismo padre no se libraba de quejarse a esa hora, porque, como maquinista que era, a veces la valía alguna de las llamadas.

Las voces seencontraban en la calle. Y había tonadas. Y había silbidos. El ensordecedor traqueteo de los tranvías que salían no cesaban. Era la vida.

3 (pag. 20 - 23)

Vivíamos en una de las pocas casas de dos pisos. Y desde arriba me era posible apreciar bien el espectáculo. El personal se reunía abajo, llenando un buen trecho de la calle Mapocho. Y una fila de hombres se oponía en los portones deldeposito a la entrada de los que se obstinaban en trabajar.

Era la huelga.
¡Viva la Federación Obrera de Chile!...

Yo tiritaba de frío. Mi madre y mi hermana mayor se habían levantado también. Y estaban a mi lado, en enaguas, tiritando igual que yo. No de frío, sino de miedo ¿Miedo a que?.. ¡Que iba a precisarlo yo!...

¡Hay que encontrar a mi papa! ¡Tenemos que encontrarlo, es tan “metido”en estas cosas, quizás que le pueda pasar!...

(...) mi padre, mi bueno y cariñoso padre, trepo hasta arriba como un gato. Y de pie sobre uno de los gruesos pilares, comenzó, serenamente, a hablar a la gente. Había un formidable calor en sus palabras, que yo no comprendía.

Hombres y mujeres uniformados subían a tropezones la escalera. Otros corrían ya por la galería buscando refugio. Losque no subían no dejaron a mi mama, que regreso a la pieza llorando, mordiéndose y hablando incoherencias.

De nuevo en mi puesto contemplaba la huida de los hombres en la calle. Muchos se defendían. Se oían disparos. Había gritos. Insultos. Maldiciones.

¡Al Consejo, Compañeros, al Consejo!..

Fue en aquel instante cuando vi al padre de Zorobabel saltar y colgarse del cuerpo de uno de loslanceros, derribándolo de la cabalgadura. En el suelo, sobre el ripio mojado, la lucha no duro un segundo. Una lanza lo ultimó al primer puntazo.

4 (23 - 26)

(...) Ahí, en el amplio espacio libre entre la escalera y una de las murallas – covacha de vagabundos en las noches - una chica lloraba, echada en el suelo.

- ¡Angélica! ¿Que te pasa?
- ¿No sabes? ¿No sabes? .... ¡Mi...
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