La selección de Brasil de 1994
BRASIL, SU IDENTIDAD Y SUS DUDAS
Pocos países se vinculan tan íntimamente a un estilo de juego como Brasil al futebol-arte. Del jugador brasileño siempre se espera magia, gestos técnicos nunca vistos, chispazos de genio que le conectan emocionalmente con el público. Trece años antes de la primeragran victoria de la seleção, el Mundial de 1958, el sociólogo Gilberto Freyre hablaba ya de un “estilo de fútbol brasileño”, relacionado con el carácter del pueblo, con su sentido del humor punzante y con su gusto por la danza y las acrobacias. Pero, como casi cualquiera que compita al más alto nivel, Brasil dudó de su propia identidad cuando los resultados le dieron la espalda. En algunosmomentos, harto de buscar la forma de actualizar su estilo, llegó a perder la fe en él y experimentó con propuestas diferentes.
Quizá el debate se abrió a gran escala por primera vez en el año 1966. La arrolladora superioridad técnica de la verdeamarela había bastado en los Mundiales de 1958 y 1962; sin embargo, la edición siguiente vio triunfar a un combinado viril como el inglés mientras Brasil caíaen la fase de grupos. Hubo críticas y reproches, pero la canarinha no cambió de filosofía en 1970. Simplemente se preocupó por igualar a sus rivales europeos en aquello en que le habían superado: la condición física. Sumando un punto de fuerza y rapidez, sin perder su idiosincrasia imaginativa y descarada, recuperó su trono mundial. Uno de los preparadores físicos del equipo en aquella cita fueun joven de tan sólo 27 años llamado Carlos Alberto Parreira.
La derrota que verdaderamente removió los cimientos del fútbol brasileño fue la que se produjo en 1974. La Holanda de Rinus Michels le tumbó por 2-0 en el Westfalenstadion de Dortmund, en un partido que debió ser una oda al fútbol y acabó convertido en batalla campal. Lejos de mostrar su elevadísimo nivel, ambos conjuntos se dedicarona intercambiar patadas y golpes a traición. Los goles de Cruyff y Neeskens en el segundo periodo mataron al equipo de Mario Zagallo, hasta entonces instalado en una burbuja de autocomplacencia, convencido de que no había nacido aún el adversario capaz de hacerle morder el polvo.
A pesar de no hacerse finalmente con la Copa y de no enseñar su cara más brillante ante Brasil, la Oranje demostróque el futebol-arte de Pelé y compañía era mejorable. Los holandeses también eran buenos atletas y superdotados en el aspecto técnico, pero a esas virtudes sumaban una riqueza y una flexibilidad táctica desconocidas para los sudamericanos. Las voces que exigían un cambio de modelo empezaron a tomarse en consideración. Las dudas brasileñas crecieron y crecieron con cada revés durante las dos décadassiguientes.
UNA MISIÓN PARA CARLOS ALBERTO PARREIRA
Entre 1974 y 1994, no surgieron en Brasil príncipes dignos de heredar la corona de ‘O Rei’ Pelé. Ni siquiera Zico, ni siquiera Sócrates, líderes de un elenco que deslumbró con su fútbol en 1982 pero que fue apeado del Mundial de España por la pragmática Italia de Paolo Rossi. La verdeamarela cambiaba constantemente de técnico y de...
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