La Selva


La Selva.


Desperté con los Fuertes zumbidos de un diminuto insecto hinchado por mi propia sangre. Abrí los ojos y vi., además de una verde inmensidad, las mariposas con alas coloridas y sedosasque revoloteaban por el aire huyendo de las grandes gotas de lluvia. El guía nos espera para llevarnos a una aldea loretana, subimos al bote, largo y berroqueño. El bote respingado cortaba laencanelada agua mientras el Moreno pescador casaba amarillas y rojas pirañas esperando ansiosamente el paiche a que muerda el anzuelo. El paiche, un pez colosal y fornido, pintado de melancolía y manchado conrosa. Llegamos a la aldea, caminamos por un pasaje arcilloso, estrecho y empantanado por el diluvio. Llegamos y observamos detenidamente la aceitunada y frondosa aldea loretana.
Mujeres artesanas yhombres construyendo sus humildes casas. Era un mundo lleno de imaginación y orfebrería. Las chozas eran de madera y los techos de palmera seca, levantados a pocos metros de la tierra. Por un lado laslindas mujeres charapas haciendo collares con escamas de pez , dátiles y semillas. Y por otro lado los granos de café siendo echados gentilmente ante el sol candente para ser tostados al aire libre.El trabajo social, lo que nos llama con urgencia a esta cálida aldea selvática, tenia que dar inicio. Trenzábamos hojas de palmeras y las echábamos quietamente sobre los oscuros palos de madera. Sentíun gran pinchazo, como si miles de caldeados alfileres se incrustaban en mi piel. Mire, y no vi mas que pequeñas chispitas de fuego con patas que mordían furiosamente mi pellejo con rabia y venganza.Las hormiguitas escarlata solo protegían su mínimo hogar. Pequeñas ronchas coloradas emergían de mi mano como flores en primavera. Tuvimos que finalizar el trabajo social pues ya era hora dealmuerzo.
Repartían hojas de plátano llenas de arroz sofocante y otros vegetales. Las verdes hojas de plátano se abrieron como un clavel y el olor delicioso del Juane despertaba nuestro hambre. El juane...