La señorita

Páginas: 6 (1290 palabras) Publicado: 7 de mayo de 2015
La señorita.

Una madrugada fría de esas donde el viento hace pacto con el diablo y
parece que uno morirá congelado, oía gemidos próximos a mí; muy cerca
del lugar donde descansaba.
Me encontraba muy aferrado a mis sábanas, como un pichón al cuidado
de la caliente y apacible ala de su madre… A dichos gemidos los pasé por
alto, imaginando que sólo eran un minúsculo problema en los ronquidos
dealgún miembro de la familia que dormían en las habitaciones próximas.
Regresando a mi placentero sueño, me tiré hacia el lado izquierdo e
intenté dormir, pero no lo conseguí, el gemido aumentó su volumen
pareciéndome tan insoportable que hizo que caiga de las manos del
mismísimo Morfeo.
Levantándome embrutecidamente -entre dormido y despierto- caminé
hacia el ropero que mostraba una madera brillante yfría, donde tomé un
áspero suéter. Furtiva y silenciosamente salí de mi dormitorio para no
joder el sueño a nadie. Quizá y de mi parte no era tan bueno practicar
benevolencia, cuando alguien ya me había fregado el descanso a mí.
Al salir de la zona de descanso, noté que en casa nadie creaba ese molesto
ruido, y era acogedor el silencio que reinaba en todo el lugar, salvo mi
dormitorio. Al volvera éste para poder descansar nuevamente, mis oídos
volvieron a sentir el vivo gemido y esta vez supe su procedencia: venían de
la casa vecina, donde vivía la abuela. Las paredes de mi dormitorio, con el
de la casa de la abuela eran próximas y mis oídos esa noche habían creado
una enemistad con la cera, permitiéndome oír el ruido tan aborrecedor.
La pared frígida de mi dormitorio parecía un colchóninflable siendo
perforada por gemidos, que a su vez parecían pequeños aguijones que

estimulaban a mi imaginación a creer que en casa de la abuela estaba
ocurriendo lo peor.
Rápidamente me puse en marcha saliendo del dormitorio y recogiendo el
áspero suéter que había dejado tirado al pie de la cama. Fui al salón
cautelosamente, tomando las llaves que estaban sobre una pequeña mesa
de maderarojiza con rayones blancos. Caminé directamente hacia la
puerta con la melancolía de un sueño roto y con la admiración de
desnudarme ante una madrugada fría y taciturna. Con mucho cuidado
para no despertar a nadie, di vuelta al pestillo el cual cortó el hilo del
silencio en casa haciendo que mi madre eché un suspiro al aire, por suerte
el picaporte me bendijo y no hizo ningún bochinche.
Logré salir, yvi una deliciosa madrugada. Me sentía como una pequeña,
una pequeñísima guarnición de esa singular majestuosidad que hacía un
excelente trío con las viudas vestidas de blanco: la luna y las estrellas.
Despertando de mi aturdimiento otorgado por la bella madrugada,
zarandeé mi cabeza y recordé la desgracia por la que estaba pasando.
Caminé por un breve y oscuro callejón que tenía como conclusiónuna
pequeña puertita con diseños puntiagudos un tanto exagerados. Tuve que
ingeniármelas para forzar la cerradura, pues saltarla era un peligro
enorme al que me exponía gracias a su linda decoración. El forzarla
resultó próspero gracias a un hoyo en la puertita que permitía meter mi
mano y también a las manías de esta.
Una vez que crucé al patio de la abuela sentí la abundancia de perniciosos
yfúnebres gritos de auxilio. La desesperación me hacía pender de un sutil
hilo que en cualquier momento, rompía.
Entre desesperación y cobardía me acerqué a la puerta de mi abuela, a
golpearla fuertemente, acto inútil, ya que sólo recibía como respuestas
aquellos gemidos que estremecían mi cuerpo, sin excepción alguna.
En ese momento inquietante me fijé en la ventana de cristales
fosforescentes, queresplandecían e imitaban mis movimientos, la cual
podía romper con algún objeto vigoroso. Tomé una piedra fría e irregular,
que cambiaba de color dependiendo del lugar por donde se la miraba

(como los puntos de vista), era de estatura mediana, pero lo
suficientemente fuerte para causarle daño al cristal de la ventana.
Con una precisa puntería, di en el cristal, creando el orificio que me...
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