La Silla Del Aguila
–No, pero el expresidente saliente será, letalmente, el ex- presidente, gane quien gane las elecciones. Y sucede que todo expresidente tiene esqueletos en elarmario. Hermanos pillos, amantes insaciables, hermanitas impresentables, hijos perdula- rios, hombres de paja para los negocios, amigos de toda la vida que no pueden ser condenados a muerte, qué sé yo...¿Qué le queda a uno sino compensar la extravagancia de sus allegados con una austeridad monástica? Ya ven lo que dicen de mí. Que me acuesto temprano para no gastar las velas.
–Sabe usted todo –ledi mi mejor sonrisa. No me la contes- tó.
–Sufrir y aprender –suspiró y miró de nuevo con ensoñación hacia la masa brumosa del castillo de San Juan de Ulúa, la for- taleza que vigila la entrada delpuerto.
Me percaté de que, atento al gesto y palabra de El Anciano del Portal, no había puesto una mirada atenta en la mole grisá- cea de Ulúa, que parecía una arquitectura aparte, inserta en elpasado, cargada de contingencias inamovibles...
–¿Mira usted el castillo que es prisión? ¿Imagina la cantidad de políticos que debían estar allí purgando sus ofensas a la na- ción?
–Ya que usted lo dice,señor...
Se encogió de hombros, crujiendo levemente.
–Tenemos dos reglas de oro para la política mexicana. Una es benigna: la no reelección. Otra es más severa: el exilio. Pero la razón es la misma:todo malhechor es reincidente, mi joven amigo.
Me miró desde las profundidades de sus ojeras.
–¿Sabe usted? Es un error creer que el Presidente sólo do- mina a los débiles. Lo más necesario pero lomás difícil es do- minar a los poderosos. Le doy una regla y si quiere pásesela a los aspirantes a puestos públicos. Es esta. Si alguien quiere formar parte del Gabinete, primero debe ingerir unlitro de vi- nagre por la nariz. Es la mejor preparación para llegar a la Pre- sidencia, se lo aseguro...
El mozo de La Parroquia se acercó con la humeante y enor- me cafetera. El Anciano se excusó. No...
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