La Silla

La Silla
R. Mohr
Era la tarde de un miércoles cuando la sacaron, yo la vi. ¡Para qué? No lo sé. Para que le diera el aire tal vez, para que la bañara el sol, quizá, o solo paralavarla. La vi en el patio. Estaba sola. Vacía. La señora Delia ya no estaba. Hacía quince días dejó de usarla. Se marchó. Se fue a buscar la luz de sus ojos que perdió hacia diez años y a susdos piernas. Guadaña de triste recuerdo con máscara de enfermedad, segó una de sus piernas tres años antes, la otra, solo duro dos más. Valiente la enfrentó.
Ella cerró sus ojos porúltima vez el día dieciséis, se liberó de sus dolores a las ocho de la mañana. Afortunadamente dos días antes me pude despedir. Me dio su bendición y la recibí como una joya en mi corazón,mientras un nudo en la garganta no me dejo hablar.
Fueron ocho días tristes, largos. Fue como un sueño, mejor dicho una pesadilla. Como noche oscura, como pesadas sombras alargadas por elir y el venir. Su cuerpo se fue debilitando, su alma aleteo y supo Dios que una dulce y hermosa señora llegaba. Su sonrisa y su ánimo nunca decayeron. En su larga, larga enfermedad nohubo reclamos, lamentos ni culpables. Ni cuando no podía dormir. Ella podía estar dormida en su silla y despierta en su cama. Igual de día o de noche. Su desvelo lo entretenía oyendoradio y por la mañana dando remedios y consejos. Hubo días que sabíamos que había dormido: la oíamos cantar. Aún siento oír su voz preguntando: “-¿cómo estás hermano, en donde andas vago,donde vas a ir?-¡ disfruta tú que puedes y luego me cuentas como te fue!.
Hoy ya no está. Siento esta breve distancia como la solitaria amargura de un desterrado. Entregó sus ojos sin luza un dulce y eterno sueño, nos heredó su amor, su canto y su valentía. Fue a buscar sus piernas. Su silla está vacía. Esta sola. Las ruedas de su silla, quietas.

Abril 30, 2012.