La sociabilidad en los espacios públicos y privados de las ciudades andaluzas

La sociabilidad en los espacios públicos y privados de las ciudades andaluzas.


Francisco de Saavedra relataba en sus memorias cómo de regreso a su ciudad natal, Sevilla, se reencontraba con su familia y con los pequeños placeres del hogar, la lectura íntima de algunos libros comprados y los paseos por la Cruz del Campo “donde concurrían sujetos instruidos”.
Recordaba también cómo determinó“echar un viajecillo a Cádiz a ver una ópera y una función de toros” resumiendo su viaje con estas palabras: “Luego que llegué, fui al café, después a la ópera y dormí en una fonda”.
Con sólo estas someras frases podemos situar al protagonista de estas memorias tanto temporal como socialmente: sin duda estamos en el siglo XVIII, cuando empiezan a aparecer los cafés, y es evidente que Franciscode Saavedra pertenece a la minoría ilustrada que gusta de nuevas formas de sociabilidad pública y que empieza a dotar al término privado de un nuevo significado.
Frente a una sociabilidad tradicional y comunitaria comienza a perseguirse un anhelo de intimidad individual, de proteger el ámbito familiar -que cada vez se identifica más con un número reducido de personas alejándose del concepto delinaje- de las miradas externas, a la par que se “inventan” nuevos espacios de sociabilidad restringida entre los que destacan los salones, las academias o tertulias.
Pero este proceso, como es obvio, no es nítido ni afecta por igual a todos: existían múltiples espacios e intensidad de sociabilidad dependiendo de a dónde y qué individuo enfoquemos.
Si atendemos al primer término es necesariorecordar, por muy evidente que parezca, que existen lugares en los que no existe ninguna restricción para su acceso, son públicos, en el sentido actual de la palabra, y en ellos se desarrollará buena parte de la sociabilidad ciudadana aunque sea difícil de desentrañar a veces el cómo se llevaba a cabo. Calles y plazas eran, sin duda lugares propicios para los encuentros o para los paseos y, desdeluego para todo tipo de fiestas promovidas por las autoridades laicas o religiosas. Y el espacio condiciona las formas de sociabilidad: el número de personas permite, con ciertos límites, el contacto entre extraños y también dificulta en buena medida el orden. Los teatros, bailes o corridas de toros son igualmente públicos pero esta vez el espacio debería permitir establecer unos códigos desociabilidad respetados por todos y el acceso al recinto puede denegarse, puede intentarse una selección entre los participantes .
En cuanto al “quién”, para reconstruir los posibles “círculos de sociabilidad” –hablando en los términos utilizados por James Amelang- es necesario tener presente las diferentes identidades, adscritas o adquiridas, que tiene el sujeto a lo largo de su vida. Su género, sufamilia, su trabajo, su pertenencia o no a una cofradía, el ser o no ser extranjero o su condición de católico son cuestiones que determinaran su acceso a unos sistemas y espacios de sociabilidad u a otros, sin que éstos tengan que ser necesariamente excluyentes entre sí.
El “quién” y el “dónde” van a ser los ejes en los que pretendo vertebrar este trabajo, haciendo especial hincapié en algunoscasos en las polémicas surgidas entorno al programa de reformación de costumbres de los ilustrados que lógicamente interfirieron de forma directa en la sociabilidad.
La primera distinción básica es la que dicta el género. Durante todo el siglo XVIII se avivó el ya clásico debate de los sexos, pero dotándose de nuevos contenidos y pasando a ser uno de los puntos clave sobre el que los ilustradosdiscutieron y no sólo de una forma intrascendental y jocosa, como mero divertimento intelectual, sino poniéndolo a veces en el centro de la reforma social que se pretendía.
Porque en esos “nuevos” espacios de sociabilidad que se iban afirmando, como ha reseñado Mónica Bolufer Peruga, están implícitos criterios de distinción, jerarquía y exclusión social. Obviamente no todos podían cultivar las...