La sociedad q despierta
William Ospina
En los últimos veinte años Colombia ha vivido un verdadero holocausto del que apenas comenzamos a enterarnos.
Los medios de comunicación han divulgado la proliferación de fosas comunes donde los paramilitares sepultaron a sus víctimas por todo el territorio, desde Sucre hasta Nariño, desde el Valle del Cauca hasta Santander, desde la Sierra Nevada deSanta Marta hasta el Magdalena medio. Otra vez, como en los años cincuenta, bandas de hombres armados entraron a medianoche en las aldeas, llenaron de zozobra las regiones, ejecutaron de un modo feroz y escalofriante a gentes desarmadas, en unos casos acusándolas con razón o no de ser guerrilleros, en otros casos utilizando el pretexto de la lucha contra la guerrilla para crear terror en laspoblaciones, apoderarse de las tierras y desplazar a los habitantes.
No sólo los crímenes sino la sevicia de sus circunstancias, y la revelación de que esas bandas de paramilitares obraron a veces con la complicidad de miembros de las Fuerzas Armadas, obraron a veces con el patrocinio de dueños de la tierra y de sectores empresariales, obraron a la vista de todo el mundo y hasta cobraban por su trabajoa los comerciantes de los pueblos, asegurando que estaban llevando defensa y protección a la comunidad, son cosas que repugnan a todo espíritu democrático. Hace mucho tiempo sabemos que cada vez que la sociedad se ve amenazada por el crimen su único deber es corregir y fortalecer las instituciones legítimas, y que entregar la defensa de la sociedad a bandas de criminales es el modo más seguro dehundir a un país en el caos y en la degradación moral.
Si en Francia, en España, en México o en Argentina, se diera un fenómeno tan masivo de crueldad, de miles de víctimas atrozmente asesinadas a las que nadie les demostró jamás su culpabilidad, es seguro que esas sociedades, como un mecanismo de decencia social, como un mecanismo de purificación mental y moral, saldrían masivamente a las callesa rechazar esos hechos atroces, a exigir justicia y reparación, y procurarían que todo lo ocurrido saliera a la luz. Así reaccionó la Argentina ante los crímenes cometidos por las dictaduras, aunque por supuesto se necesitó el liderazgo de las madres de la Plaza de Mayo, cuyo amor por las víctimas pudo más que el miedo a los victimarios. Ellas le enseñaron a todo un continente que el silencio esun acto de complicidad, que a menudo hasta los criminales necesitan que la sociedad les diga lo que hicieron, porque la inercia infernal de la sangre suele anestesiar las conciencias y acaba por hacer que ni los victimarios comprendan la enormidad monstruosa de sus propios actos.
Alguien tiene que ser capaz de reaccionar. No para reclamar venganza, ni siquiera para exigir justicia, sino parademostrarse a sí mismo que no ha perdido su dignidad humana, su capacidad de diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal. Una sociedad que no sea capaz de levantarse con toda claridad contra esas oleadas de la barbarie, contra esas reviviscencias del horror, corre el peligro de que esos hechos terribles se repitan sin fin, y que el miedo termine siendo más poderoso que la confianza comoingrediente de la vida cotidiana. Todos tristemente sabemos que en Colombia ha sido así, y en estos días, cuando el Estado está procurando someter a la ley a los paramilitares y tiene asediadas a las guerrillas, es ya hora de reaccionar, de mostrar que la sociedad existe y sabe lo que pasó y rechaza los caminos de la barbarie.
El cuatro de febrero fue inequívoco el rechazo de la sociedad entera a loscrímenes de la guerrilla. Colombia se levantó contra los secuestros, contra los campos de concentración que las FARC mantienen en el corazón de las selvas colombianas, contra unas organizaciones criminales que hace ya décadas mantienen a la sociedad amenazada y chantajeada. Y no se levantó sólo para rechazar el secuestro sino para afirmar su propia dignidad, su libertad, su deseo de vivir con...
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