LA SOCIEDAD

Y es que más que narrar, la correcta representacióndramática permite vivirla, hace en el espectador ladiferencia entre decir: Me contaron, a decir: Yo lo vi conmis propios ojos, y si se ejecuta conmaestría, muyprobablemente diría: Yo lo sentí.Es así, que al conocer más la actuación pude comprender suimportancia por piel propia, ya que quizá antes losobreentendí. Es un poco como esas cosasqueinconscientemente decimos que comprendemos, pero enrealidad no se analiza lo suficiente su importancia, no sevalora (Digo esto como mera experiencia personal, yespeculando que más personas procesenalgunos conceptos dela misma manera).Tomando el primer capítulo del libro,
La primera prueba
,Me sentí bastante identificado. La primera vez que actuéfrente a un público fue en una pastorela escolar,representando a “El diablo”. Fue en mi primer año de
secundaria, lo ensayamos durante varias semanas, mi
“director”, un maestro que para nada estaba preparado en la
dramaturgia hacía lo que podíaayudándonos a aprender demanera casi automática cada línea de diálogo. Nos dirigíade manera simple pidiendo más énfasis, más intensidad,movimientos mecánicos como alzar las manos o erizar elcuerpo.Eldía de la presentación lo tenía todo preparado, undisfraz, maquillaje y un tridente, debo confesar que meayudó bastante ya que estar bajo todas esas capas me ayudóa esconder el nerviosismo de esemomento. Después de lapresentación recibí elogios, todos quedaron sorprendidos

con mi representación, yo les creí.No estoy seguro si existe algo en los actores principiantesque les permite actuar, sóloporque sí. Para muchos actores
amateurs podría aplicar la doctrina de “aventarse”,
simplemente perder el miedo y hacer, hacer sin más, sinprocesamiento alzar las manos, gritar, gesticular demodomecánico. Lo he visto con buenos y malos resultados,incluso hace poco me topé con un amigo que sin haberactuado nunca en su vida hizo un papel más que adecuadopara lo necesario en uno de mis ejercicios...