La Soledad De Los Numeros Primos(Libro Completo)
La soledad de los números primos
Paolo Giordano
ePUB v1.0
por dml33 para vagos.es 10.04.2010
Paolo Giordano
La soledad de los númerosprimos
Título original: La solitudine dei numeri primi Ilustración de la cubierta: Mirjan van der Meer http://rooze.deviantart. com Copyright © Arnoldo Mondadori Editore SpA, Milano, 2008 Copyright de la edición en castellano © Ediciones Salamandra, 2009 Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A. Almogávers, 56, 7° 2° - 08018 Barcelona - Tel. 93 215 11 99 www.salamandra.info
ISBN:978-84-9838-205-1 Depósito legal: B-16.309-2009 1a edición, febrero de 2009 4a edición, abril de 2009 Printed in Spain Impresión: Romanyá-Valls, Pl. Verdaguer, 1 Capellades, Barcelona
a Eleonora, porque en silencio te lo prometí
«El vestido ricamente guarnecido de la vieja tía se amoldó perfectamente al cuerpo esbelto de Sylvie, quien me pidió que se lo atara. "Tiene las mangas lisas, ¡qué ridículo!",dijo.» GÉRARD DE NERVAL, Sylvie, 1853
El ángel de la nieve (1983)
1
Alice della Rocca odiaba la escuela de esquí. Odiaba tener que despertarse a las siete y media de la mañana incluso en Navidad, y que mientras desayunaba su padre la mirase meciendo nerviosamente la pierna por debajo de la mesa, como diciéndole que se diera prisa. Odiaba ponerse los leotardos de lana, que le picaban enlos muslos, y las manoplas, que le impedían mover los dedos, y el casco, que le estrujaba la cara y tenía un hierro que se le clavaba en la mandíbula, y aquellas botas, que siempre le iban pequeñas y la hacían andar como un gorila. —Bueno, ¿qué? ¿Te bebes la leche o no? —volvió a apremiarla su padre. Alice tragó tres dedos de leche hirviendo que le quemó sucesivamente la lengua, el esófago y elestómago. —Bien. Y hoy demuestra quién eres, ¿vale? ¿Y quién soy?, pensó ella. Acto seguido salieron a la calle, la niña enfundada en su traje de esquí verde lleno de banderitas y fosforescentes letreros de patrocinadores. A aquella hora había diez grados bajo cero y el sol era un disco algo más gris que la niebla que todo lo envolvía. Alice sentía la leche revolvérsele en el estómago y se hundía enla nieve con los esquíes a hombros, porque has de cargarlos tú mismo hasta que logres ser tan bueno que otro los cargue por ti. —Con las puntas por delante, y no mates a nadie —le recordó su padre. Acabada la temporada, el club de esquí obsequiaba a los alumnos con un broche de estrellitas en relieve, uno cada año, desde que tenían cuatro y eran lo bastante altos para meterse entre las piernas...
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