La soledad del guardaespaldas

LA SOLEDAD DEL GUARDAESPALDAS

Autor: Javier Maqua
ISBN: 84-95683-09-1
El libro se puede descargar de forma gratuita desde la página web de la editorial. Toda la información que aquí se incluye se ha obtenido de dicha página.

(2 hombres y 1 mujer).
Por razones de seguridad, un escolta, policía, se instala en el apartamento de un político en la capital que es, probablemente, undiputado de provincias. He aquí el conflicto de arranque: un intruso que desestabiliza un espacio privado. Luego, un desarrollo del conflicto a través de situaciones diversas —en el apartamento, en el campo de tiro, en la cancha de tenis, en el coche, en el sueño— que escenifican los avances y retrocesos de ambos contendientes en la lucha, centímetro a centímetro, por ese espacio.

APÉNDICE
Leo ahora-abril del 2001- La soledad del guardaespaldas y logro, con relación al texto, una gozosa extrañeza que me permite a la vez disfrutarlo y quizás pensarlo. Pensarlo, no desde el origen, como entonces, en 1984, cuando lo escribí, sino desde el texto mismo, dado por definitivo y publicado. Pensarlo como algo ajeno y, sin embargo, propio. A una distancia buena, creo, para pensar. La distancia que dael tiempo: diecisiete años. De mí a mí: una huella (mía) que me llama desde el tiempo. Pero del mí de hace diecisiete años ¿qué queda en el mí de ahora?
La misma problemática de la identidad que me llevó a escribirla entonces. Y que siguió operando en mis siguientes textos teatrales, en El cuerpo de Ignacio de Loyola, en Caput mortum, en Dice y Digo se miran al ombligo, en Doble garganta, en OffHamlet, en mi versión de El banquero anarquista de Pessoa, incluso en La venganza de la señorita de Trevélez y Coches abandonados.
Me recuerdo ensayando conmigo mismo el diálogo, yendo de un personaje a otro sin salir de mí mismo, del Escolta al Político y del Político al Escolta. No poniéndome en el lugar del otro (del personaje), sino poniendo al otro en mi lugar (el del autor). Y jugando.Jugando en las fronteras del yo, del personaje, de los géneros.
Todos mis textos –los fílmicos también- han sido fronterizos, ponen en escena personajes fronterizos a veces escindidos. Y lo hacen de una manera fronteriza, cine que parece teatro o teatro que parece cine, en los límites entre uno y otro, haciéndome preguntas fronterizas, incomodando los órdenes establecidos. Mi afición a las fronterases casi ontológica. En ellas se cuece todo: el ser, la vida, la muerte, la palabra, el sexo y el poder. En fin, me gusta trabajar el alambre y en el alambre, caminar sobre los límites, revolver en lo turbio fronterizo, en la pobreza, en la desesperación, en el miedo, en los sueños prohibidos, en el deseo: el mismo territorio que frecuentan el santo y el forajido, el espía y el revolucionario, elpícaro y el idealista, el héroe y el traidor, el loco y el fugitivo. Fuera de la ley, desperteneciente y en tierra de nadie: el único lugar donde es posible la creación.
Pero salgamos de Mí y entremos en ese Mí fosilizado, ya Vuestro, Nuestro, ya de todos: el Texto.
Lo primero que percibo en el texto de La soledad del guardaespaldas es una polivalencia que me impide sujetar pensamientos a una soladirección.
En realidad, nada más comenzar, se propone como la descripción de una puesta en escena determinada –de La soledad del guardaespaldas- por parte de un espectador que, presumiblemente, la acaba de ver. Las acotaciones –si es que son acotaciones- están todas en tiempo pasado y en primera persona: la del espectador que narra. Pero las acotaciones teatrales suelen escribirse, porconvención, en tercera persona y tiempo presente. Recuerdo que, en su primer montaje, esa licencia o anomalía llamó la atención de Heras, su director: ¿Qué hacer escénicamente con el narrador, con las acotaciones?
En la presente edición virtual he modificado levemente el final para apuntalar más la anomalía: el espectador-narrador cuenta cómo salió del teatro, pero la representación continuaba, y...