la soledad

Una Cusqueña helada para empezar el día es lo mejor que puedes hacer antes de empezar a matar a los indeseables. Es lo que piensas. El calor, la sensación húmeda y pegajosa hacen de ti unintolerante. No soportas la estupidez de nadie, ni la presencial ni la virtual. O mejor dicho, no soportas lo que piensas que son estupideces.
Te piden que escribas de política, de la concentración de medios,de los tejes y manejes del mundo literario, de esa web cultural que cada vez más se parece a un diario chicha, que hagas ese post que prometiste sobre los vendedores de sebo de culebra que son losoportunistas promotores de la literatura fantástica Made in Perú. Y con la cabeza caliente barajas la posibilidad de hacerlo, calculas el tiempo que te tomará escribir el texto, el número de palabras queemplearías. Entonces Ciro te sirve la Cusqueña helada y las pequeñeces del mundo literario y cultural regresan al lugar de donde no debieron salir: la nada.
Pagas la Cusqueña y te sirves un vaso. Haypoca gente en el bar y prendes un Pall Mall rojo sin pedir permiso. De tu mochila extraes Juventud de Coetzee, que vienes leyendo y que lees con pensada lentitud. No es para menos, aún no sales de ladecepción de La infancia de Jesús. Y eso te aturde, porque Coetzee es uno de los pocos escritores que sabes que tienes que leer de todas maneras. Sus libros no te son indiferentes y con él siempreaplicaste el criterio cabalístico de leerlo a destiempo, luego de uno o dos años de su última entrega. Pero eso no pasó con La infancia de Jesús. Pensaste que su lectura inmediata sería el salvavidas dela mala racha de lecturas que experimentaste en las últimas semanas del 2013.
Te preguntabas y te preguntas cómo es posible que algunos celebren ese título como si fuera una obra maestra. Pero no lebajas el dedo al sudafricano. Hasta los grandes alguna vez pierden partidos y la hinchada no les deja de alentar. Pero necesitabas volver a Coetzee y tenías Juventud esperándote un par de años y...