La soledad

Ocho años después – Editorial (Agosto 1 de 2010)

No son muchos los casos en la historia democrática del mundo en los cuales un mandatario ha terminado, al cabo de ocho años de gestión, con unnivel de aprobación del 80 por ciento. Álvaro Uribe Vélez, quien le entrega el poder a Juan Manuel Santos el próximo sábado, es uno de ellos, según lo confirmó la encuesta Gallup dada a conocer la semanapasada.
Semejante cifra resume la atracción que para una inmensa mayoría de los colombianos representa el actual inquilino de la Casa de Nariño. Gracias a un estilo de administración que rompióradicalmente con el de sus antecesores y al éxito de sus más importantes políticas, Uribe nunca conoció el árido desierto de la impopularidad. Los cálidos homenajes de los que ha sido objeto en diversasregiones, más que los fríos números de los sondeos, confirman que su respaldo es amplio y genuino.
Desde hace varios años, los académicos, pero especialmente los opositores del Gobierno, se handevanado los sesos para entender cómo este hombre 'con cara de seminarista' -como lo tildó una publicación extranjera- logró cambiar algunas de las piedras angulares de la política en Colombia, incluyendo lareforma de la Constitución, que le permitió repetir periodo. Su legendaria obsesión por los detalles; su conocimiento de cifras, caras y sitios geográficos; su terquedad a la hora de impulsar ciertasideas; su propensión a casar peleas; su imagen de domador de potros cerreros; pero, más que nada, su convicción a la hora de poner en práctica el lema de "trabajar, trabajar y trabajar" conforman unapersonalidad compleja y, al mismo tiempo, apasionante que seguirá siendo analizada durante muchos años más.
Esa manera de ser viene acompañada de múltiples realizaciones. Como lo aceptan incluso suscríticos más ácidos, la Colombia de hoy es muy diferente de la que recibió Uribe en agosto del 2002. Del país que había sido calificado como un 'Estado fallido' por la revista Foreign Policy, al...