LA SOMBRA DEL CAUDILLO

Páginas: 252 (62910 palabras) Publicado: 18 de abril de 2015
MARTÍN LUIS GUZMÁN

LA SOMBRA
Dtr,L

CAIJDILLO

EDICIÓN DE
ANTONIO LORENTE MEDINA

Libro primero'
PODERYnJVENTT.JD

t

La diüsión en libros, inexistente en las versiones periodísticas (desde ahota, VP), aparecen en la edición pdncipe (desde ahora, M).

I
ROSARIO'

El Cudillac del general Ignacio Aguirre cruzó los rieles
la calzada de Chapultepec y vino a parar, haciendo rápido esguince, a cortadistancia del apeadero de "Insurde

gentes".

Saltó de su sitio, para abrir la portezuela, el ayudante
del chofer. Se moüeron con el cristal, en reflejos pavonados, trozos del luminoso paisaje urbano en las primeras
de casas, árboles de la avenida,
horas de la tarde
-perfiles
azul de cielo cubierto a trechos por cúmulos blancos y
grandes...
Y así transcurrieron varios minutos.
En el interior delcoche seguían conversando, con la animación característica de los jóvenes políticos de México,
el general Ignacio Aguirre, ministro de la Guerra, y su amigo inseparable, insubstituible, íntimo: el diputado Axkaná. Aguirre hablaba envolviendo sus frases en el levísimo
tono de despego que distingue al punto, en México, a los
hombres públicos de significación propia. A ese matiz reducía, cuando nomandaba, su autoridad inconfundible.
Axkaná al revés: dejaba que las palabras fluyeran, esboza2 En VP, "Un general de treinta años".
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MARrÍN r,urs cuzMÁN

ba teorías, entraba en generalizaciones y todo lo subrayaba con actitudes que a un tiempo lo subordinaban y sobreponían a su interlocutor, que le quitaban importancia de
protagonista y se la daban de consejero. Aguirre era el políticomilitar; Axkaná, el político ciül; uno, quien actuaba
en las horas decisivas de las contiendas públicas; otro,
quien creía encauzar los sucesos de esas horas o, al menos,

explicarlos.
momentos, el estrépito de los tranvías
-Por
-fugaces
en su carrera a lo largo delacalzada-resonaba en el interior del coche. Entonces los dos amigos, forzando lavoz,
dejaban traslucir nuevos matices de suspersonalidades
distintas. En Aguirre se manifestaban asomos de fatiga, de
impaciencia. En Axkaná apuntaba una rara maestría de
palabra y de gesto, sin menoscabo de su aire reflexivo, lleno de reposo.

Ambos, al fin, dieron señales de despedirse mientras reducían a conclusiones breves el tema de su charla.

Dijo Aguirre:
entonces en que tú convencerás a Olivier
-Quedamos
de que no puedo aceptar la candidatura ala Presidencia de
la República...
supuesto.
-Porque él y todos deben sostener aliménez, que es el
-Y
candidato del Caudillo...

-También.
Axkaná tendió

-¿Con

la mano. Aguirre insistió:

los mismos argumentos que acabas de expo-

nerme?

los mismos.

-Con
Las manos

se

juntaron.

-¿Seguro?

-Seguro.la noche entonces.
-Hasta la noche.
-Hasta
Y Axkaná brincó fuera del auto con ágil moümiento.

LAsoMBRA DEL cAUDILLo

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En el esplendor envolvente de la tarde, su figura, rubia y
esbelta, surgió espléndida. De un lado lo bañaba el sol;
por el otro su cuerpo se reflejaba a capricho en el flamante
barniz del automóvil. La blancura de su rostro lucía con
calidez sobre el azul obscuro del traje; sus ojos, verdes, pa-

recían prolongarlaltz que bajaba desde las ramas de los
árboles. Había en laleve inclinación de su sombrero sobre
la ceja derecha remotas evocaciones marciales, algo mili
tar heredado;3 pero, en cambio, resaltaba, en el modo como la pistola le hacía bulto en la cintura, algo indiscutiblemente ciüI.
Vuelto de cara al coche dio un paso atrás para que el
ayudante del chofer cerrase la portezuela. Luego se acercó
otravez, abrió de nuevo y, asomandolacabezaal interior,dijo:

-Vuelvo

a

recordarte mis recomendaciones de esta ma-

ñana.

-¿De

esta mañana?

no finjas.

-Vamos,
ya! Lo de Rosario.

-¡Ah, de Rosario... Me da lástima.
-Sí,lo lástima
qué?
niño!

-Pero
-Porque
al lodo.

¡Pareces
¿por
no tiene defensa alguna, porque vas a echarla
yo no soy lodo!

-¡Hombre,
no, se entiende; pero

el lodo vendrá después.
reflexionó un segundo. Dijo en seguida:
te prometo...
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